10 de febrero de 2013

La mujer en la República Democrática Alemana

Extraído de Pueblo Soviético



Desde un principio, se libró la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres en la RDA no como «asunto femenino» contra los hombres, sino como asunto social que concierne al hombre y a la mujer igualmente, y que pueden resolverse en común, en el trabajo social, y también en el matrimonio y en la familia

“La vida en la RDA: preguntas y respuestas” (Panorama DDR, 1981)
En Pueblo Soviético no sólo hablamos de la Unión Soviética, también lo hacemos de las ex-repúblicas socialistas. Es el caso de este artículo, donde vamos a realizar una radiografía de la situación de la mujer en la República Democrática Alemana (RDA).
Analizando esta realidad, puedo decir que, hasta donde yo conozco, la República Democrática Alemana es uno de los estados con mejores indicadores de igualdad y de participación de la mujer en la historia.
Si bien no se llegó a una situación de justicia plena, los avances fueron tan notorios que, en muchos indicadores, los países más avanzados de la actualidad sólo pueden soñar con igualar, al menos, a la RDA.
En Alemania del este eran conscientes tanto de que aún quedaba trabajo por hacer cómo de los avances que ya habían logrado. Hoy sólo podemos imaginar hasta donde habría llegado la RDA en este aspecto de haber continuado su existencia.
Creo también que es de justicia situar estos datos teniendo en cuenta los años de los que hablamos en el artículo, comparando con la realidad actual y pasada en el mundo.
Gran parte de este desarrollo se encuadraba en la base fundamental de la justicia que ofrece el socialismo, mediante, por ejemplo, el sistema de seguridad social, por lo que, aunque el artículo que nos ocupa se refiere a la RDA, las similitudes con otros países socialistas son amplias.
Hay que entender que en la RDA los derechos, igualdad y emancipación de la mujer eran entendidos como una cuestión de clase y de lucha de clases, no era un movimiento feminista como lo conocemos hoy día.

Sus resultados fueron muy buenos, juzgando de manera comparativa con la realidad histórica y actual.



Según S. Kranz: “La cuestión de la mujer fue una cuestión de clase, no de género. Las mujeres eran consideradas por el estado como parte de la lucha de clases, no como personas con unas necesidades diferentes de los hombres”.

Desde el inicio de la existencia de la RDA, el problema de la desigualdad y el rol de la mujer estuvo presente. El artículo 20 de la constitución de 1949 indicaba que “los hombres y mujeres son iguales y tienen los mismos derechos en todas las esferas de la sociedad” y de hecho el rol de la mujer en una sociedad absolutamente conservadora como la alemana, que decían, se guiaba por las tres K’s “Kirche, Kinder und Küche” (iglesia, niños y cocina) cambió radicalmente en la RDA.
Analizar la seguridad social de la RDA es una tarea interesante y sencilla, pues disponemos de buena bibliografía en castellano, como “Política Social en la RDA” (Editorial Zeit im Bild, Berlín, RDA, 1985), un buen resumen de unas treinta páginas o el más extenso y detallado libro “La vida en la RDA: preguntas y respuestas” (Panorama DDR, 1981). Por lo tanto, aunque en este artículo nos centraremos en la mujer, mencionaremos algunos datos y aspectos generales y cualquier interesado en conocer su sistema puede hacerlo con dichos textos.

Además se utilizan para este artículo los datos de “A Country Study: Germany, East” (Federal Research Division, EEUU, 1988), “Women’s Role in the GDR and the State’s Policy Toward Women” & “Central And Eastern European Review ” (Susanne Kranz, 2005 y 2010) aparte de algunos datos puntuales de otras fuentes de prensa, etc. Absolutamente todas las fuentes utilizadas están enlazadas al final del artículo.
DERECHO AL TRABAJO
El primer logro de la RDA que comentaremos fue la participación de la mujer en el derecho al trabajo. A día de hoy los mejores indicadores de los países capitalistas no igualan los de la RDA y otros países ex-socialistas.

En 1985 el 49% de la población activa de la RDA eran mujeres, porcentaje de los más altos del mundo de ese año según la propia fuente. Este nivel aún no es alcanzado décadas después por los países capitalistas; en la Unión Europea, en el año 2000, las mujeres constituían el 43,5% de la población activa de media. En Estados Unidos, en 2011, era del 46,6%, en 1980, del 42,5% y de 38,1% en 1970.


Este indicador además fue muy superior en la RDA al de otros países desde muchos años antes, en 1960 ya era un 48,3%, mayor que en EEUU o Europa hoy. En los inicios de la RDA, en 1949, era el 40%.
Estos niveles eran comunes en países socialistas; en los 80 las mujeres eran entre el 39% y el 51% de la fuerza de trabajo (según república, el máximo en la RSFS de Rusia) en la Unión Soviética y en 1985 en Checoslovaquia el 46,1%.
También en los países socialistas, y por ende en la RDA, se cumplía que a igual trabajo mismo salario. Y no sólo era un mero texto en la constitución, realmente se cumplía la igualdad salarial entre hombres y mujeres por un mismo empleo, algo que en la actualidad, en la mayor parte del mundo, no se cumple.
Sin embargo las mujeres no solían realizar los oficios con mayor remuneración, es decir, si el sueldo de ella era de 762 marcos, el de él era de 1000 marcos. Aún así, el salario de la mujer significaba el 40% de los ingresos del hogar. Las diferencias salariales existían (en muchísima menor medida que en el capitalismo) en función del sector económico. No eran, por tanto, una cuestión de género sino de sector.
A mediados de los 80, los trabajadores del comercio tenían unos ingresos medios un 26% más bajos que los trabajadores de algunas industrias, aunque estos desequilibrios se corregían en parte mediante las ayudas y subvenciones de la seguridad social correspondientes por derecho y necesidad concreta.

El problema, en realidad, era que las mujeres empleadas se concentraban en sectores con menores salarios que los hombres. Predominaban en una serie de ramos ocupacionales como en el comercio, en la medicina o la educación pública.
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Para combatir esta desigualdad el estado ofrecía formación para mujeres que ya tenían oficio pero querían elevar su nivel de habilidad y titulación. Estos programas permitían abandonar temporalmente el puesto de trabajo para formarse recibiendo mientras tanto el 80% de su salario, para posibilitar el desarrollo de su formación.
Empleada de la fabrica textil Ernst Lück de Wittstock. La imagen es una captura del documental de 1975 “Mädchen in Wittstock”.
Tampoco era un problema exclusivo de la RDA. En la RFA en 1957 las trabajadoras en la industria ganaban un 45.7% menos que los hombres. En 1981 esta diferencia cayó al 31.2% pero en 1988 volvió a ascender de manera preocupante, ya que, en promedio, las mujeres ganaron un 43.9% menos que los hombres. Detallando, un 53.2% menos las trabajadoras industriales y en trabajos de oficina y administrativos (empleos de “cuello blanco”), las mujeres ganaban un 45% menos que los hombres.
Este problema sigue ocurriendo hoy día. En España, el salario medio de las mujeres es entre un 20% y un 30% inferior al sueldo medio en datos de 2006. En 2012, las mujeres cobraban un 22% menos que los hombres. En países con mayor índice de desarrollo, como Noruega, con amplia legislación en pos de la igualdad de derechos, las mujeres cobraban un 15% menos que los hombres en datos de 2010. Ese 15% es el valor medio europeo. Hoy en Alemania occidental es del 24%.
La participación en la vida laboral de las mujeres en la RDA tampoco tiene parangón hoy en día ni en los países con mejores indicadores. Los datos indican que en 1984 el 80% de las mujeres en edad de trabajar, lo hacían. En 1962 ya significaban el 70%. El indicador anterior, a pesar de ser excepcional, es el más cauteloso (procede de la Federal Research de USA) ya que fuentes oficiales lo cifran en el 91% en 1989 y, justo antes de la caída del muro, el 92% de la población femenina en edad de trabajar estaba integrada en la actividad laboral o en proceso de formación. Las estadísticas occidentales no utilizan este dato pues, dicen, incluye a las estudiantes y trabajadoras en baja por maternidad.
En 2008 en la UE-15 este indicador era del 60,4%, un 20% menor utilizando el dato mínimo. En EEUU, era del 51,5% en 1980 y 58,7% en 2010 (por un 77,4% y un 70,6% respectivamente en hombres).


En estos niveles, evidentemente, hay que tener en cuenta la inexistencia del paro en los sistemas socialistas, cualidad confirmada en la RDA también por los datos de la Federal Research de USA.
En la comparación con su antagónico hermano capitalista, la RFA (República Federal Alemana), esta última sale muy mal parada (GDR es RDA y FRG es RFA):
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En cuanto a la formación, en 1985, en las 54 universidades de la RDA el 50% de los alumnos eran mujeres. Un dato también muy alto para la época, que actualmente ha continuado aumentado llegando, por ejemplo, al 55% en España en 2010. La incorporación de la mujer a la educación superior aseguraba una integración laboral y aumentó de manera constante durante la historia de la RDA.
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Las mujeres que en los años 80 tenían entre 35 a 40 años ya tenían la misma escolarización y preparación profesional que los hombres. Esto ocurría por la temprana edad del sistema socialista alemán, por ejemplo, en 1980, entre mujeres y hombres menores ya no había diferencias en la calificación. En 1971, de 100 trabajadores con un título universitario, 28 eran mujeres y en 1980 su porcentaje creció a 35. En 1981, uno de cada dos aprendices que pasaban los exámenes de obrero especializado y uno de cada dos estudiantes universitarios que pasan sus exámenes, era de sexo femenino.
En la comparativa con su país vecino, la RFA sale de nuevo mal parada. Los datos de mujeres estudiantes en la universidad fueron, en 1960 de 23.9%, en 1980, 36.7%, en 1987, 37.9%, lo cual significaba un retraso de casi década y media respecto a la RDA.
Más preocupante era el dato de educación secundaria. En 1980, en la RFA, sólo uno de cada cinco graduados en el “Gymnasium” (la escuela secundaria) era mujer, mientras que en la RDA era uno de cada dos.
Las consecuencias de la integración de la mujer en el trabajo no son sólo datos. Primero, el sustento económico dotaba a la mujer de independencia real, al tener asegurado el derecho al trabajo, tenía ingresos y era autosuficiente. La seguridad social pública y sin coste (vivienda, sanidad, educación, jubilación, cultura…) aseguraba el desarrollo de una vida plena en la RDA para hombres y mujeres. Como reza el texto de “Política social en la RDA”: “La actividad laboral de la mujer configura la base socioeconómica de su emancipación”.
Segundo, tras la Segunda Guerra Mundial, la situación demográfica de Alemania sufrió un grave impacto, y de no ser por la incorporación plena de la mujer en todos los aspectos del país, difícilmente podría haberse desarrollado como estado socialista.
DERECHOS LABORALES Y SUS CONSECUENCIAS
En este artículo sólo hablaremos de los derechos laborales concernientes a la mujer, pero en la RDA había establecidos multitud de derechos laborales para toda la población, que claro, también lo eran para mujeres. No es que “olvide comentarlos”, es que si los incluyera el artículo sería demasiado extenso. Para evitarlo me remito a la bibliografía indicada al principio del artículo.
Lo primero que hay que entender es que los derechos laborales en los países socialistas, al ser sociedades en los que los trabajadores tienen el poder, son extensos y suelen guiarse por la máxima “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.
Es decir, cada persona en la RDA tenía unos extensos derechos (y deberes) y servicios cubiertos de manera pública mediante el sistema de seguridad social y según la necesidad concreta, las personas recibían ayudas, mejoras laborales, etc.
Es importante entender, pues, que en contra de lo que muchos liberales consideran “discriminación positiva” o “despilfarro” no es ni más ni menos que justicia, pues la situación de todas las personas no es igual y en un estado socialista, todas las personas son apoyadas por el estado obrero. Esto ocurría pues, con las mujeres.
Evidentemente no sólo con las mujeres, pero ellas tenían derechos adquiridos porque al analizar la situación de la mujer se consideró justo. Y es que, a pesar de los avances de la RDA por la igualdad y por combatir las estructuras sociales y roles que desfavorecen a las mujeres, seguían soportando gran parte de la carga de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos, además de su actividad laboral.
Estos tres aspectos que, en mi opinión, parecen tan simples de comprender son criticados y negados por los conservadores.
Las mujeres en la RDA seguían realizando más horas de tareas domésticas que los hombres, aunque esto fue mejorando con los años y los hombres comenzaban a implicarse más en el trabajo doméstico y sobretodo en el cuidado de los hijos.
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Junto a esto debemos tener en cuenta la incorporación al trabajo de la mujer (como vimos antes, algo considerado básico) por lo que la carga de responsabilidad de la mujer podía ser triple; trabajo, casa e hijos, como ocurre en muchos casos hoy día. Con esta base, podemos comprender algunos de los derechos y buenos resultados referidos a mujeres y madres en la RDA.
En la RDA se realizaron políticas para las mujeres que se suelen conocer como “Mutti-Politik” (algo así como ‘políticas para madres’) siendo esta calificación, según S. Kranz, errónea, pues asumía el rol de la mujer como madres y establecía cierta dualidad entre dos roles, el de “madre” y el de “trabajadora”. En cualquier caso, los resultados si que opino que fueron positivos y más si los comparamos con la situación en otros países y en la actualidad. Ser mujer trabajadora y madre estaba muy bien valorado en la sociedad de la RDA.
En este aspecto de la política de la RDA sin duda también se tuvo en cuenta el fomento de la tasa de natalidad, que era baja (se mantuvo similar a la de RFA con diferencias de 0.5 hijos más en la RFA a partir de 1975) ofreciendo facilidades para las familias y madres.
Encontrar explicaciones a esta situación nos permite obtener más información sobre la situación social de la mujer en la RDA. Nos guiaremos por el estudio Demographic Research: Germany, según el cual la independencia económica y el diferente rol de la mujer en la sociedad (lo hace comparándolo con la RFA) produjo una mayor emancipación de la mujer y esto afectaba a la tasa de natalidad. Argumentan que la política del aborto pudo haber influido bastante a la planificación familiar y afectar al número de hijos. Según el estudio “las condiciones sociales y económicas promovieron la formación temprana de la familia con un número limitado de hijos, pero un bajo nivel de natalidad”.
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Podemos observar el elevado impacto en la sociedad de Alemania del este de la caída del muro, también en la tasa de fertilidad.
La incidencia del matrimonio era menor que en otros países y la ratio de divorcios era mucho mayor. Según el estudio, el menor impacto de lazos religiosos y el alto nivel de empleo femenino explica este fenómeno. Se puede observar como el nivel de empleo es un factor fundamental que impactó en la situación de la mujer en aspectos no sólo económicos, sino también sociales.
En la vida familiar, lo más común en la RDA eran parejas con un hijo (un 47,7%) siendo menos común tener dos hijos (un 25%). Las madres solteras eran un 16% (un 10% en la RFA) según nos explica el estudio, a causa del alto ratio de divorcios. Se observa una alteración en la estructura familiar establecida para la época, el 60% de los hijos nacían de madres y parejas no casadas -no implica que no contrajeran matrimonio después- y la tasa de parejas no casadas con hijos era del 13% (4% en la RFA).
Empleada del servicio de correos, Berlín, 1988.
De los siguientes párrafos algunos de los textos son directamente copiados de los documentos oficiales de la RDA indicados al comienzo del artículo.
Las horas de trabajo semanal eran de 43 horas y tres cuartos, pero más de un 40% de los trabajadores tenían jornadas reducidas a 40 o 42 por semana según dos criterios, primero, el trabajo con turnos y segundo, las mujeres con hijos.

La semana de 40 horas fue decretada para todas las madres que, trabajando a tiempo completo, tienen más de un hijo o un hijo con minusvalía.


Este indicador estaba en la media de los países desarrollados. Por ejemplo, según datos de la OCDE, en 1985, las horas semanales trabajadas en Francia eran de 42.2, en Italia de 41.5, en Australia 43.5, en Irlanda 45 o en Reino Unido de 44.1.
La edad de jubilación era de 60 años en las mujeres y 65 en los hombres. Que las mujeres tuvieran una fecha de jubilación más temprana era común en los países socialistas. En 1985 la esperanza de vida era de 75 años en las mujeres y 69 en los hombres y el 18% de la población eran jubilados.
Las madres solteras no sufrían desventajas ni eran discriminadas y el estado las apoyaba con ayudas. De 1960 a 1976, por ejemplo, se invirtió en el subsidio para las madres solteras (y los hombres solos que, naturalmente, tenían los mismos derechos) 224,1 millones de marcos.
Evidentemente, las mujeres embarazadas no podían ser despedidas. Tampoco debían emplearse en un trabajo que hiciera peligrar la vida y la salud de la madre y el feto, por lo que si era necesario, se cambiaba puesto laboral garantizando el mismo salario.
Estaba prohibido para las embarazadas el trabajo nocturno y las horas extras. A mujeres embarazadas, madres con hijos menores de un año y a las mujeres (y hombres) solos con hijos de hasta tres años, no se les despedía. Ninguna empresa podía negar el empleo a una mujer embarazada o a una madre con un hijo pequeño por este motivo.
Las madres recibían 26 semanas de vacaciones pre y postnatales recibiendo el salario promedio neto (seis semanas antes del parto y veinte después). A partir del segundo niño, las madres podían, además de esas 26 semanas, tomar vacaciones durante un año para cuidar al bebé, cobrando entre el 65% hasta el 90% de su sueldo neto, manteniendo el puesto de trabajo en la empresa. En 1970, el Seguro Social pagó a la madre un promedio de 1.287  marcos como subsidio; en 1980, más de 3.300 marcos, el doble del salario medio.
Las madres trabajadoras solteras tenían preferencia de plazas en los establecimientos infantiles o recibían -si no se podía proporcionar de inmediato una plaza en la casa cuna- un subsidio financiero por maternidad. Si en­fermaba el hijo de la madre y precisaba de cuidado doméstico, se le concedía permiso pagado del trabajo. Esta licencia podía abarcar un período de hasta 13 semanas por año. Han tenido que pasar décadas para ver sistemas similares. En Noruega hoy tienen un permiso de maternidad y paternidad de 47 semanas con el 100% del suelo y reducción de jornada. Ofrecen guarderías subvencionadas al 90%, jornadas de 35,5 horas semanales y 10 días al año para poder quedarse en casa si el hijo está enfermo.
Para las mujeres embarazadas el sistema de salud disponía de 14 sanatorios con 589 camas y la asistencia médica de calidad estaba asegurada durante todo el embarazo. El 99% de los partos se realizaban sin coste en hospitales. También había 900 centros de consulta donde se realizaba seguimiento a las embarazadas y más de 10.000 centros de consulta materno-infantiles para controlar el desarrollo sano de los niños. A partir del tercer mes de gestación las embarazadas ya eran atendidas en lo médico y en lo social por facultativos y enfermeras.
La alta incorporación de la mujer al trabajo también era posible por las guarderías, jardines de infancia y casas cuna, permitiendo compaginar trabajo y vida laboral.
En 1981 se atendían al 61 por ciento de los menores de tres años casas cuna y a casi todos los pequeños de tres a seis años de edad en jardines de infancia. En 1990, el 80% de los bebés eran cuidados en casas cuna, el 96% de los niños entre 3-6 años en los jardines de infancia y el 81% de los niños entre 6-10 años tenían atención y cuidados tras la escuela en centros infantiles. La atención en estos centros era gratuita para cualquier hora del día, los padres sólo pagaban una pequeña suma por la comida caliente y la leche.
“Kindergarten” (guardería) en 1969 en la ciudad de Neustadt (RDA). Estas guarderías aún hoy soy muy recordadas en Alemania del este.
La RDA apoyaba de forma económica a las familias. Por cada hijo, la madre recibía un subsidio estatal por parto, por valor de 1.000 marcos (por poner una referencia, un salario mensual). También había un subsidio estatal mensual por los niños; 20 marcos por el primero y el segundo hijo; a 50 marcos por el tercero, a 60 marcos por el cuarto, a 70 marcos por el quinto y los que siguen. Se pagaba, independientemente del ingreso y la posición social de los padres, hasta que los niños terminaban la escuela general.
También había ayudas para fundar una familia. Los matrimonios jóvenes recibían créditos sin intere­ses y con generosas condiciones de reembolso.
Las familias numerosas y las madres solas recibían ciertas ayudas suplementarias que las aliviaba en lo financiero (sin contar que toda viuda recibía una pensión de orfandad por cada hijo y toda divorciada recibía alimentos del padre de sus hijos en función de sus ingresos). Esas ayudas comprendían, por ejemplo, comida escolar gratis para los niños, lavado gratuito de ropa blanca y asignaciones para la compra de ropa infantil.
Además existían una serie de prestaciones especiales de las empresas y del sindicato, como plazas vacacionales gratuitas en las casas de descanso, curas de reposo y en ciertos casos asignaciones en efectivo provenientes del sindicato.
En los documentos de la RDA se nos explica: “Esos beneficios no son auxilios de emergencia, pues nadie los necesita, toda vez que percibe ingresos regulares por su labor. Ellos vienen a reflejar más bien el respeto y el reconocimiento que siente la sociedad hacia dichas familias. Ese respeto se traduce además en el hecho de que esas familias tienen la preferencia a la hora de repartir las viviendas más confortables y espaciosas, de las cuales nadie puede o quiere desalojarlas, incluso por consideración a los niños”.
La mayoría de los trabajadores tenía cuatro semanas y media de vacaciones pagadas. Las mujeres casadas, las madres solas y las mujeres solas que cumplían los 40 años de edad, recibían, además, cada mes un día libre para sus asuntos propios, que no es parte de sus vacacio­nes, sin afectar al sueldo.
En la siguiente tabla se puede observar una “comparación” de derechos entre la Alemania socialista y la Alemania capitalista:
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El resultado de estas políticas, se refleja, por ejemplo, en la comparación de mujeres madres y trabajadoras entre ambos países:
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No era de extrañar, pues, que en su país hermano, la RFA (República Federal Alemana) feministas y otras organizaciones políticas de dicho estado pidieran para su población los mismos derechos de la mujer que había en la RDA.

Cito una noticia del diario 
“El País” de 1990:Muchas mujeres que desearían tener más hijos acuden a abortar por temor a perder sus trabajos en cuanto se produzca la reunificación. No sólo temen a las leyes de la RFA sino al desempleo y al desmantelamiento de los servicios sociales que se les ha prestado hasta ahora a las madres. En la RDA las plazas en jardín de infancia, el salario y la reserva del puesto de trabajo están garantizadas para las madres trabajadoras”.
Billete de 10 marcos de los 70. El billete refleja a la mujer en la RDA. Por un lado, Clara Zetkin, feminista y comunista, impulsora del día de la mujer trabajadora. En el otro, una mujer trabajadora industrial en un panel de control.
LA ORGANIZACIÓN DFD
En mi opinión, gran parte de estos éxitos se entienden al conocer la existencia de la DFD, Demokratischer Frauenbund Deutschlands (Liga de Mujeres Democráticas de Alemania). Fundada en 1947, incluso antes de la existencia oficial de la RDA, era parte del SED (Partido Socialista Unificado de Alemania) y fue una herramienta oficial para la incorporación y la concienciación de la mujer en la construcción del estado socialista, además de una herramienta de lucha efectiva por los derechos de la mujer.
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En 1985 la conformaban un millón y medio de mujeres en 17,904 organizaciones locales. La participación estaba abierta a cualquier mujer independientemente de su ideología o estado social. Conforme se iba consiguiendo la emancipación efectiva de la mujer, las mujeres aumentaron su participación en los sindicatos en lugar de la DFD y parte de la misma organización consideraba que muchos de sus objetivos se habían logrado, por lo que partir de los 80 la DFD se centró más en derechos legales para mujeres trabajadoras.
Siempre mantuvieron participación y poder político real con entre 30 y 50 diputados en la Cámara del Pueblo, por lo que la construcción de la situación de la mujer en la RDA no se puede entender sin el trabajo de la DFD desde su inicio en 1947. En las últimas elecciones de la RDA socialista, en 1986, obtuvieron 54 asientos en la cámara. Como curiosidad, la participación fue del 99.74%.
Desconozco si en algún país capitalista existe una organización con poder y participación política real centrada en favor de los derechos de la mujer.
De entre los varios cientos de revistas y periódicos que se publicaban en la RDA, existía “Für Dich”, revista semanal centrada en la mujer dirigida por la DFD desde su creación en 1962. Había revistas y publicaciones para distintos sectores profesionales, culturales, noticias, etc.Exposición de 1967 llamada “20 años de DFD”. Aparece Ilse Thiele, una de las fundadoras de la DFD y política relevante de la RDA.

OTROS DERECHOS SOCIALES Y LEYES
El aborto estuvo permitido desde 1972, sin condiciones ni coste, corría a cargo de la seguridad social del estado. Se podía solicitar el aborto durante las primeras doce semanas del embarazo. Esta ley, no sin polémica -la religión estaba totalmente permitida y la iglesia se mostró en contra- fue aprobada en el parlamento como un derecho básico de los ciudadanos del país.
Una vez saqueada la RDA, en 1992, la política conservadora de la nueva Alemania Federal suspendió ese derecho durante bastantes años. En 1989 se practicaron 73.000 abortos, mientras en la RFA, con una población cuatro veces superior, se realizaron 75.297, donde su realización no era libre y estaba fuertemente restringida. La presidenta de la asociación de médicos alemanas de la RFA dijo en 1990 que “hasta que se produzca la reunificación, se registrará un imparable, indigno y peligroso turismo para abortar de la RFA a Alemania del Este”.
Se recomendaba la planificación familiar y la píldora anticonceptiva se prescribía con receta médica de manera totalmente gratuita, era parte del seguro social. A pesar de ambos métodos, la estabilidad económica y el efecto de las políticas aplicadas para tal fin permitía que el número de los partos aumentara. En 1980 nacieron 245.090 niños; 63.300 más que en 1975.
La RDA también fue considerada como pionera en los derechos de gays y lesbianas, con la descriminalización en 1957 y la legalización total en 1967.
La prostitución estaba prohibida y oficialmente no existía en Alemania del este. Algunas fuentes informan que había zonas donde sí se practicaba, como en hoteles de Leipzig, donde eran comunes los visitantes a la RDA.
La sexualidad en la RDA era bastante abierta para la época. Por ejemplo, es muy común en la cultura de Alemania del este el nudismo. El llamado ‘freikörperkultur’ tuvo un especial impacto en la RDA con gran aceptación social, por ejemplo, en playas nudistas “posiblemente debido a un desarrollo cultural más secular según el libro occidental “State Socialist Bodies”.
Como curiosidad, en un artículo de 2009, se indicaba, basándose en una encuesta, que las alemanas orientales alcanzaban el orgasmo con más frecuencia que las occidentales, según el propio texto: “un rol menos tradicional en las mujeres de la Alemania Oriental, les hacía tomar la iniciativa y alcanzar el orgasmo con más frecuencia que sus contrapartes occidentales. Con los años, una nostalgia por “el amor como lo era antes”, ha aumentado en el este”.

PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y SOCIAL
El órgano supremo de poder estatal de la RDA era la Cámara del Pueblo. La integraban 500 diputados (elegidos directamente por un término de cinco años, en sufragio libre, universal, igual y secreto) de los cuales, en 1981, 162 eran mujeres, es decir, el 32,4 por ciento. En el primer período electoral de la RDA, el 23,8 por ciento de los diputados era de sexo femenino. En la RFA en 1957, era el 9,2%. El porcentaje en los 80 es similar al de hoy día en España y algunos países europeos. En el tramo 2004-2009 en la UE, el 31% de los diputados eran mujeres, pero si volvemos en el tiempo a los datos que suministramos de la RDA, este valor desciende al 16%, la mitad. Según datos de la Unión Interparlamentaria, en 2005 las mujeres parlamentarias en el mundo representaban el 16,1 por ciento del total, en Estados Unidos, el 15%.
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La categoría ‘workers’ se refiere a trabajadores de industria/ingenieros, no es la suma del resto.
En 1981 la Unión Democrática de Mujeres (DFD) contaba con 35 diputados en la Cámara del Pueblo, alcanzando incluso los 54 en los siguientes comicios, además había diputadas en los distintos grupos que conformaban la cámara. En conclusión, aunque no se consiguió la paridad de sexos en la cámara, los indicadores de la RDA durante toda su historia superaron a la media de los países capitalistas a día de hoy.
La igualdad de derechos entre hombres y mujeres era total (así lo recogía la propia constitución) y no había “discriminación positiva”, si no que el aumento de la participación de la mujer se lograba por políticas de fondo a escala estatal, como independencia económica, educación, cultura o formación política.
De nuevo, este tipo de niveles es y era común en los países socialistas de manera mucho más común que en los capitalistas. En 2005, en Cuba, el dato era del 36%. Ya en 1966 en la Unión Soviética, eran mujeres el 28% del soviet supremo, el 34% en soviets de repúblicas y el 42,8% de los soviets de trabajadores y locales, en datos de la Universidad de Sydney.
En 1980 uno de cada cuatro de los 7.600 alcaldes de la RDA era mujer. Los alcaldes eran los presidentes de un consejo de comuna o de ciudad. De los 28 alcaldes primeros que presidían grandes ciudades, cua­tro eran mujeres (en Potsdam, Dessau, Halle-Neustadt y Brandeburgo). Por comparar con referencias actuales, en España en 2009, sólo uno de cada diez alcaldes era mujer.
En la RDA el sindicalismo era apoyado masivamente, como demuestra el hecho de que a mediados de los 80 el 96% de los trabajadores estaban sindicados en la FDGB (Confederación de Sindicatos Libres Alemanes). En 1985 esta organización sindical tenía el 61% de los diputados y tenían poder en consejos, empresas, medios de producción y distintos estamentos de organización, por lo que el poder de actuación de los trabajadores era real en la política del país. En 1981, el 50% de los afiliados eran mujeres, llegando incluso al 53% en 1988 y uno de cada tres sindicalizados femeninos ejercía una función organizativa siendo un 45% de los miembros de la Junta Directiva central mujeres. La proporción de las mujeres en todas las funciones de elección de la FDGB ascendía al 48,8%.
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Sin embargo, hay datos menos alentadores, como que en 1984 sólo 19 de los 153 miembros del comité central del SED (partido socialista, principal partido de la RDA) eran mujeres. Además, la mujer no consiguió acceder a los puestos más altos en política, a pesar de sí conseguir una amplia participación en la base política del país, como veíamos en datos anteriores, sólo había dos mujeres entre los 27 miembros y candidatos del Politburó (ministerios, por asociarlo con algo que conozcamos). Por ejemplo, en 1989 sólo había una ministra en el gobierno, la ministra de educación Margot Honecker, esposa del Presidente del Consejo de Estado de la RDA.
Algunos datos más de la mujer en la RDA: Una de cada dos funciones rectoras en el comercio y una de cada tres en el sistema de escuelas superiores y técnicas era ejercida por una mujer. Una de cada tres cooperativas de producción agrícola y una de cada cinco escuelas era dirigida por una mujer.

uno de cada dos jueces y jurados era mujer. En España en 2010, dos de cada diez.
A día de hoy nuestra sociedad todavía está acostumbrada a que las mujeres dependan de su marido materialmente y no puedan divorciarse. En la RDA la independencia de la mujer se demostraba en una alta tasa de divorcios, 3.1 por 1,000 personas en 1985, uno de los valores más altos del mundo según la propia fuente. En ese mismo año, los matrimonios eran 7.9 por 1,000 personas. El divorcio era un proceso sencillo. La pareja simplemente cumplimentaba la solicitud requerida y pagaba una cuota en función de sus ingresos. En el 90% de los divorcios la madre mantuvo la custodia de los hijos. Como curiosidad, vemos el impacto social de la caída del muro, cuando los divorcios pasaron de un ratio de 36 a 6 en un sólo año y no remontó hasta varios años después.
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En los matrimonios la mujer y el hombre eran exactamente iguales legalmente. Podían elegir utilizar el apellido de cualquiera de los cónyuges. Ambos cónyuges podían poseer conjuntamente bienes obtenidos después del matrimonio, aunque cada uno conservaba los derechos de todos los bienes adquiridos antes del matrimonio.
Todos los hombres y mujeres de la RDA estaban obligados a recibir un entrenamiento de defensa civil que formaban grupos de defensa en el ámbito local. La participación de la mujer en el ejercito no era tan representativa como en la Unión Soviética y solían ocupar puestos de oficina o de vigilancia de fronteras y sólo hacia el final de la RDA comenzaron a incorporarse a puestos de combate. Durante una situación de emergencia nacional, todas las mujeres entre 18 y 50 años podían ser incluidas en la defensa del estado como reservistas (habiendo recibido el mencionado entrenamiento). Se estimaba que a mediados de los 80 un tercio de las fuerzas de defensa de la RDA ante situaciones de emergencia eran mujeres. Las situaciones de emergencia nacional no eran únicamente ataques militares, también catástrofes naturales.
Esta participación en la defensa nacional también era una cuestión estatal, por necesidad y por derecho, ante las tensiones de la época. Se hicieron llamamientos, por ejemplo en revistas, que animaban a las mujeres a alistarse voluntarias al NVA (ejercito popular) pues “la misión de las fuerzas armadas -la prevención de la guerra- no es una preocupación exclusiva de hombres” según el propio llamamiento. Además del personal regular, en 1987, el programa de defensa civil incluyó varios miles de civiles voluntarios, en su mayoría mujeres, que podían ser llamados si era necesario, con un entrenamiento que consistía en tres o cuatro horas al año en ciclos de cinco años fuera del horario laboral.


TRAS LA CAÍDA DEL MURO
Observando los datos, no hay duda que la caída del muro, o la desaparición de la RDA, fue un hecho penoso para la población del país. En 1992 la tasa de paro de Alemania oriental subió de cero hasta el 14’2% (1’2 millones de desempleados), tendencia que continuó en los años posteriores, hasta los dos millones y medio de parados.
Tras cuatro años de actividad, la Treuhand, una agencia creada para la privatización de las empresas estatales de la RDA y gestionada por directivos de Alemania occidental, clausuró 4.000 empresas y destruyó dos millones y medio de puestos de trabajo. El expolio de la República Democrática Alemana había quedado consumado, pues la mayor parte de las empresas fueron compradas por grandes compañías de Alemania occidental a precio de saldo, con numerosos casos de corrupción involucrados, para luego cerrarlas en muchos casos o simplemente vender el suelo y edificios. Además, aún hoy, los contribuyentes alemanes han de pagar de sus salarios los enormes costes económicos y sociales de la Reunificación -Treuhand generó una deuda al estado de 256 mil millones de marcos-.
A día de hoy el “libre mercado” no ha podido dotar de igualdad económica a la zona oriental, que continua, veinte años después de la destrucción de su tejido productivo, siendo más pobre y con mayores tasas de paro que la parte occidental, además de generar y aumentar serios problemas demográficos.
Recomiendo el artículo “La fiebre del oro: el expolio de la RDA” de Ángel Ferrero, del cual se han extraído estos datos.
En datos publicados por el periódico mexicano “La Jornada”, desde la caída de la RDA, 1.4 millones de mujeres emigraron de la parte oriental a la occidental, debido principalmente a la situación previamente descrita, además de que en la parte occidental eran altamente valoradas como profesionales formadas y en el este, una vez destruido el tejido laboral e industrial, su futuro era ocupar trabajos que infravaloran sus cualidades.
Sin embargo, todavía en la zona que ocupó la RDA, los salarios están mejor distribuidos entre mujeres y hombres que en el resto de la república. Según el Departamento Federal de Estadísticas, en Alemania oriental las mujeres ganan casi lo mismo que los hombres, con una diferencia de apenas seis por ciento, mientras que en Alemania occidental la discrepancia entre los sueldos de hombres y mujeres es de 24 por ciento.
Esto es debido a las políticas que hemos mostrado en este artículo. A pesar de la desaparición de la RDA, algunos restos de sus instituciones continúan existiendo, como muestra, por ejemplo, que el 42% de menores de tres años -lejos de los valores de la RDA- recibe cuidado público de día completo en guarderías mientras que en el resto del país se reduce al 12%, con el impacto que esto supone para las madres en su vida laboral.
También ocurre con la educación, hoy en el este de Alemania es donde ellas tienen mayores posibilidades de terminar el nivel escolar más alto del país.
Estos indicadores no ocultan los graves retrocesos causados por la caída del este, un estudio reciente de la “Central Alemana para la Educación Política” demuestra que desde la caída del muro hubo retrocesos en la equidad de género en Alemania oriental.
La encuesta indica que 75 por ciento de las alemanas orientales afirmó que durante el régimen socialista había equidad entre mujeres y hombres. En cambio, el 72 por ciento de las mujeres encuestadas cree que en la Alemania unificada las mujeres están en situación de desventaja en comparación con los hombres.
Un breve testimonio de la encuesta: “En la Alemania socialista no existían los típicos trabajos de mujeres y hombres. Mujeres ingenieras y físicas eran lo normal. Lamentablemente, esto ha cambiado”. Lo dice Iris Kloppich, secretaria de la Federación Alemana de Sindicatos.
En 1989, poco antes de la desaparición de la RDA, surgieron dos movimientos feministas, críticos con la DFD y el estado de la RDA. Se trata de Lilo y SOFI (Iniciativa de Mujeres Socialistas). Por ejemplo, Lilo participó en la famosa manifestación del 4 de noviembre en contra del gobierno, pero ambos también participaron en la demostración del 19 de noviembre 1989 a favor de la RDA, pues evidentemente eran conscientes de los logros alcanzados, que perderían con toda seguridad en una anexión a la RFA. Se integraron y fueron fundamentales en la creación de una organización que agrupaba otros colectivos feministas, UFV (Unabhängiger Frauenverband) aunque poco después la abandonaron.
Su impacto era relativamente pequeño en número, al menos mucho menor que el “oficial” DFD.
La catástrofe demográfica -acaecida en todos los países ex-socialistas al adoptar el libre mercado- también ocurrió en la RDA, donde se estima que su territorio ha perdido 2 de los 16 millones de habitantes que tenía en 20 años. Incluso tuvieron que demolerse más de un millón de viviendas desocupadas por el vaciado de algunas ciudades.
Más de 2.000 escuelas han tenido que cerrar en la última década en el este de Alemania por la falta de niños.
La tasa de natalidad bajó un 56,2% en sólo un año, algo muy preocupante en un país con una tasa de natalidad que ya era baja. Los valores de natalidad previos a la caída no se recuperaron hasta una década después.
Según una encuesta realizada por el Instituto de Investigación de Mercado de Leipzig en 2009, uno de cada dos ciudadanos de esa región lamenta que haya caído el muro y considera que desde la reunificación hay más desigualdad e injusticia social.
Podíamos leer en Der Spiegel un artículo con una encuesta donde más de la mitad de los encuestados, el 57%, opinan que vivían mejor en el comunismo y defienden la RDA 20 años después.
También, un estudio de la Universidad Libre de Berlín, hacía saltar las alarmas de los grandes medios de comunicación privados, pues en una estadística realizada con estudiantes alemanes en 2008 -personas jóvenes que no habían vivido edad adulta en la RDA-, la mitad de los mismos tenían una opinión favorable de la RDA, lo que fue visto por los conservadores como una deficiencia educativa a subsanar.
Un artículo publicado en The New York Times en diciembre de 1989 hacía referencia a una encuesta de Der Spiegel realizada en Alemania del este a comienzos del mes, mostraba que un 71% de los encuestados querían que Alemania del este se mantuviera como estado soberano. El 27% estaban a favor de la unificación. Esta posición, parece que cambio meses después.
Lo que ocurrió, es historia: el bloque socialista era traicionado al completo, Erich Honecker fue cesado para calmar las protestas y a partir de ahí comenzó el desmontaje del gobierno. Tras varias dimisiones más de los siguientes primeros ministros, varios miembros partidarios de la Perestroika, se hicieron con el control del SED (partido socialista), lo destruyeron y comenzaron más reformas que hirieron de muerte el socialismo de la RDA.
Tampoco hay que olvidar la presión mediática y “promesas” del capitalismo, no sólo en sus medios sino con sus grupos presión.
Se celebraron elecciones liberales en 1990, ganando, a pesar de las estadísticas que mostrábamos antes, una alianza de partidos de derechas y conservadores ante una izquierda realmente no socialista, fragmentada y desorientada, con falta de apoyo popular. La participación fue de más del 90%. Un par de meses después de desintegró definitivamente la RDA de manera legal por esa nueva cámara.
No es extraño encontrar artículos con testimonios favorables y nostalgia por la vida en la RDA, aunque se trate de disfrazar de “nostalgia de juventud” no se puede ocultar la realidad de las condiciones de vida y los mismos medios de comunicación suelen utilizar la estrategia de presentar la RDA como una monstruosa dictadura, sin aportar razonamientos, para después suavizar los comentarios de los grandes logros conseguidos por el socialismo.
Como curiosidad la actual canciller de Alemania y pieza visible del capital internacional y alemán, Angela Merkel se formó en la RDA. Allí se desarrollo como mujer y profesional gracias al sistema socialista. Estudió física en Leipzig y trabajó en la academia de ciencias en la RDA más de diez años, siendo incluso militante de las juventudes comunistas de la RDA.
A uno no le gusta conjeturar, pero, con los datos aquí expuestos, es muy tentador. La Sra. Merkel, estadísticamente, habría tenido -como mínimo- la mitad de posibilidades (en mis cálculos rápidos, un 60% menos) de desarrollarse profesional, educacional y laboralmente en la RFA que en la RDA y de ser una mujer “de éxito”, por los indicadores tanto de acceso de mujeres al mundo laboral y educativo. He utilizado los valores de acceso a universidad y mercado laboral de madres sin hijos de ambos países en los rangos de año que indica su biografía.
Quien sabe si hubiera llegado a ser canciller de Alemania sin haber podido obtener un doctorado y tener diez años de actividad laboral -y por tanto, independencia y sustento económico- gracias al 60% más de posibilidades que le brindó la RDA para hacerlo…
Aunque parece que en su éxito politico también influyó el hecho de que su padre fuera párroco y eso le ayudó en su ascenso en la Unión Demócrata Cristiana de Alemania.
A pesar de todo creo que es una buena manera de visualizar las diferentes posibilidades de la mujer entre ambos países con una persona más conocida.
Hasta aquí nuestro análisis a la situación de la mujer en la RDA. Como siempre, para cualquier corrección, duda, etc tenéis disponibles los comentarios.
Fuentes:





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