3 de febrero de 2016

China en un mundo multipolar

Por Manos fuera de China.

No cabe duda de que el gobierno chino está golpeando duro contra los terroristas, como los que hubo en París. Sin embargo, la estrategia a largo plazo de China es una política de paz, basada en las relaciones económicas y la no-injerencia. "Nuestros valores versus los suyos" no es una frase que vayamos a escuchar de Beijing como respuesta a la invitación que hacen los terroristas a que haya un choque total de civilizaciones. ¿Ofrece la estrategia global de China una alternativa esperanzadora, o es una ilusión, una incorrecta elección de prioridades? Esta pregunta estuvo en el centro de un debate que tuvo lugar en el festival Manifiesta, organizado por Partido del Trabajo de Bélgica cerca de Ostend en septiembre. Dos analistas de inspiración marxista estuvieron a veces de acuerdo, otras veces discreparon en sus respuestas a estas preguntas: Jenny Clegg, autora del libro "China's Global Strategy: Towards a Multipolar World", estuvo debatiendo con Jo Cottenier del Partido del Trabajo de Bélgica. La primera contribución fue de Jenny Clegg y la segunda de Jo Cottenier. Esta contribución ha sido desarrollada en un nuevo artículo. Las dos partes vienen seguidas de las preguntas que surgieron durante el evento.

Jenny Clegg


Hace menos de 100 años, China era conocida como el enfermo de Asia, el objeto de la intervención y la división imperialistas. Hoy vemos a China a punto de ser la mayor economía del mundo, emergiendo como principal potencia, empezando a dar pasos significantes para moldear el futuro del mundo.

Cuando uno piensa en el futuro y mira en una dirección, se ven a Estados Unidos y China aproximándose cada vez más hacia una colisión. Mirando en la otra dirección, se ven grandes transformaciones en Asia, África, e incluso Europa.

China ha logrado una reducción impresionante de la pobreza, habiendo sacado de la pobreza a más gente que en todo el resto del mundo. Ello representa más de las tres cuartas partes de la reducción de la pobreza en el mundo, siendo ésta la razón principal por la cual el mundo alcanzó los Objetivos del Milenio para el Desarrollo de Naciones Unidas de reducir la extrema pobreza a la mitad. Aún así, China aún sigue siendo marginada del debate político en Occidente.

En 1979, Deng Xiaoping reconoció que China sólo estaba en la fase primaria de la construcción del socialismo, un periodo que tendría que durar un tiempo prolongado. Tras la crisis financiera de 2008, las cosas están cambiando más deprisa de lo que se pensaba. Esto le da mucho menos tiempo para reaccionar a los estrategas estadounidenses, que ven en China una amenaza inminente. Así que tienen que pivotar hacia Asia y tejer alianzas militares con Japón, Taiwán y Filipinas. Sin embargo, China seguirá siendo un país del tercer mundo durante bastante tiempo, atrasado militarmente, con un soft power débil, un país que tiene que alimentar al 20% de la población mundial con el producto del 7% de la tierra cultivable del planeta. Vamos a tratar de enfocar el lugar de China en el mundo, en el contexto de la situación internacional. El cómo entendamos este contexto moldeará nuestra comprensión de China.

Por su escala y su velocidad, el desarrollo de China está consiguiendo en décadas lo que llevó siglos a otros países.
 
Indudablemente, el crecimiento de China ha estado basado en la mano de obra barata y la exportación intensiva, principalmente de la mano de empresas occidentales. También se ha basado en las inversiones en detrimento del consumo. Esto ha traído consigo problemas serios de contaminación, desigualdades entre las ciudades y el campo, crecimiento desigual entre regiones, corrupción, ineficiencia y derroche. Esto fue reconocido por el liderazgo chino. En 2007, el primer ministro Wen Jiabao describió el modelo de crecimiento económico chino como insostenible, no coordinado, desequilibrado e inestable. Se ha tomado la decisión de ralentizar el ritmo de crecimiento, desplazándose de un conjunto de pilares de crecimiento (exportaciones e inversión) hacia un nuevo conjunto: innovación (más exportaciones de alta tecnología), servicios y consumo. China debe pasar de las industrias tradicionales del hierro, el acero y el carbón a los sectores emergentes de la tecnología verde y los sistemas avanzados de inteligencia artificial. De manera a sostener a esta innovación y estas industrias emergentes, se requiere flexibilidad. El renminbi (RMB) también debe ser internacionalizado. Así, China se ha embarcado en una nueva fase de reformas, la profundización del mercado financiero. Para este fin, el Partido Comunista de China decidió en el III pleno del XVIII Comité Central del Partido en 2013 que dejaría que "el mercado juegue un papel decisivo" (nota: no "el" papel decisivo como ha sido malinterpretado en Occidente, entre otros por el Financial Times) en la asignación de recursos, mientras se mantiene el predominio de la propiedad pública. Recientemente ha sido lanzado un nuevo plan, que tiene como objetivo el fortalecimiento del sector público.

Sobre la cuestión de la tendencia multipolar, desde el año 2003 China se ha sumado al crecimiento de la cooperación sur-sur, en tanto que uno de los países BRICS. Estos grandes países en vías de desarrollo son muy diferentes unos de otros, habiendo entre ellos muchas fuentes de desconfianza y fricción, pero también tienen mucho que ganar con la cooperación, especialmente en lo que respecta a la elevación del comercio, apoyarse en las fortalezas de cada uno, la coordinación en el mercado y la inversión, impulsar proyectos de I+D, la reforma del derecho internacional sobre propiedad intelectual, etc. También vemos que adoptan posiciones similares sobre la cuestión de Siria, el cambio climático, la oposición a las sanciones contra Rusia, etc.

Un caso especial es la cooperación de China con países africanos en la última década, a raíz de la cual ha habido tanto despliegue por parte de los medios de comunicación. Las inversiones de China en el continente superan a las del Banco Mundial, y son muy diferentes, con una política de "no condiciones", en claro contraste con la condicionalidad occidental que impone políticas neoliberales. Los proyectos de inversión en infraestructuras de China permite que pequeños países africanos alcancen sueños muy antiguos sobre proyectos de desarrollo que estaban completamente fuera del alcance de su capacidad financiera. Por supuesto, los países africanos necesitan tener su parte de propiedad en sus asociaciones con China, y China lo permite. ¿Si China quisiera dominar África, por qué puso en pie el Foro de Cooperación China-África, apoyado por la Unión Africana, animando a los países africanos a que trabajen juntos? ¿No es "divide y vencerás" el principio de la dominación? La asociación entre China y otros países africanos ofrece una alternativa, ofrece un poder de negociación para aflojar el yugo de las potencias occidentales. Ofrece a los africanos una elección y así ayuda a restaurar la soberanía de los gobiernos. Esto está poniendo fin a  la era del neocolonialismo en los países que obtuvieran la independencia política en lo formal pero permanecieron una posición de subordinación y dependencia económica.

La historia de los BRICS y el ejemplo de la cooperación China-África nos ofrece un apercibido de por qué la tendencia hacia la multipolaridad es tan importante: se trata de la finalización de las luchas anti-coloniales y de liberación nacional del siglo pasado.


¿Qué significa todo esto para el mundo en general?

1. China está tomando más iniciativas para moldear el mundo del futuro. Hay ejemplos como la Organización para la Cooperación de Shanghái, a la cual India, Pakistán e Irán están planeando unirse; las cumbres trilaterales entre China, Japón y Corea del Sur; el foro de cooperación con regiones en vías de desarrollo como África (FOCAC) o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Está el Nuevo Banco de Desarrollo (el llamado banco de los BRICS), el Banco Asiático para la Inversión en Infraestructura (BAII) y la internacionalización del RMB.

2. Éstos están construyendo gradualmente los fundamentos de un nuevo tipo de orden internacional y una salida del casino económico actual, basado en el papel central del dólar US en el sistema monetario internacional. En otras palabras, se trata de una ruptura con un sistema en el que el exceso de capital es inyectado en los circuitos de especulación. China, en cambio, inyecta los excesos en inversión, dirigiéndolos hacia la economía real.
Hemos visto a China inyectando 600 billones de dólares en su propia economía en 2008 y 2009. Esto puede considerarse un "alivio cuantitativo de la gente" (en términos corbynianos), y produjo un crecimiento de dos dígitos en China, lo cual ayudó a que la crisis mundial y la recesión de 2008 no se convirtieran en una depresión aún más profunda.

3. Vemos a China, a través del BAII y otros bancos de desarrollo, colocar sus "semillas de capital", con un monto de 150 billones de dólares, en el proyecto "un cinturón, una ruta" para revivir las redes de la Ruta de la Seda. A lo largo de los próximos 20 o 30 años, vamos a ver el mayor proyecto de infraestructura jamás concebido en materia de carreteras, puertos, vías férreas, fibra óptica, oleoductos y gasoductos a lo largo de Eurasia, con rutas marítimas que lo unen a África. Esto es un elemento del cambio que se producirá en el siglo XXI.

¿Y qué hay de la elección de Europa?
 
Durante siglos, Europa ha mirado hacia el Atlántico, fomentando sus lazos transatlánticos. ¿Qué nos ofrece el transatlantismo hoy? Nos ofrece el TTIP, más gastos militares y la expansión de la OTAN. Esto podría hasta conducirnos a una guerra con China en aras de mantener la hegemonía estadounidense. Europa necesita desarrollar una visión eurasiática. Seguramente, el proyecto de la Ruta de la Seda nos ofrece una posibilidad de salir de la depresión económica. Estamos apurados de tiempo: éste es el reto y la elección que ha de tomar Europa.
 
 
Jo Cottenier


Gracias a su política de reforma, China ha experimentado un enorme boom económico, pero por otro el país ha desarrollado por una forma de socialismo más bien híbrida. Durante 65 años de sociedad socialista se han logrado enormes logros. China ha evolucionado de una sociedad golpeada por la pobreza a ser la mayor nación exportadora del mundo y la segunda potencia económica mundial. China ya no es uno de los países más pobres del mundo, se ha unido al grupo de países de ingresos medios.

El Indice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas entre 1980 y 2012 lo demostró año tras año: se consiguieron logros únicos en los terrenos de la vivienda, el empleo y los servicios sanitarios para las mujeres, la lucha contra el hambre, etc. En todos estos terrenos, China supera a su vecina India, un país con el que es más o menos comparable, teniendo en cuenta su gran número de habitantes y el atraso del que partieron ambos países. China no podría haber logrado sus éxitos sin desconectarse primero del orden imperialista mundial. Esto fue un requisito para poder trazar su propio curso de desarrollo independiente, aunque no siempre haya seguido una línea recta. Sólo eso ha podido permitir que China ocupe hoy su lugar en el mundo y juegue un papel único. Este papel es positivo en conjunto.

Al mismo tiempo, deberíamos ser críticos con las evoluciones internas. Aunque en 1978 era correcto que China dé pasos atrás, liberalizando la economía y dejando actuar a las fuerzas del mercado en el campo, cabría hacer muchas preguntas sobre la transición actual hacia una economía de mercado y el papel creciente del capital privado. En 1993 tuvo lugar un gran cambio de rumbo, con la decisión de optar por la mercantilización y la competición completa entre empresas estatales y empresas privadas, pero también entre las propias empresas estatales, como motores del desarrollo.

El debate de hoy gira en torno al rol de China en el mundo, un rol que sin lugar a dudas será más importante en las próximas décadas. La economía china está a punto de superar a la estadounidense en términos de tamaño. ¿Triunfará China a la hora de traer lo que llama un "mundo multipolar", y cuáles son las consecuencias del auge de China en las relaciones internacionales?

1. Una política de respeto por la soberanía estatal
 
Según Xi Jinping, "China nunca perseguirá la hegemonía o la expansión". Esta promesa tiene bastante credibilidad, viendo el historial de China. Esto se ha caracterizado durante décadas por la consecuente aplicación de los cinco principios de la coexistencia pacífica. En 1982, China adoptó estos principios en su constitución y declaró que su política exterior quedaba atada a los mismos. Dos de los principios son muy de actualidad en este momento: uno es el "respeto por la soberanía y la integridad territorial" y el otro es "la no injerencia mutua en los asuntos internos".

En la lucha por el respeto de la soberanía de un estado miembro de Naciones Unidas, China ha sufrido derrotas y ha sacado lecciones sobre la manera de gestionar las guerras en Irak y Libia. A causa de su posición conciliadora (pidiendo que Irak siga las normas de Naciones Unidas en relación a Kuwait, absteniéndose en el Consejo de Seguridad durante el voto que estableció una zona de exclusión aérea en Libia), en ninguno de estos conflictos China fue capaz de prevenir que Estados Unidos y otros estados occidentales invadan violentamente estos dos países para instalar ahí un régimen pro-occidental. Ésta es la razón por la cual desde entonces China ha ejercido sistemáticamente su derecho a veto en relación a una intervención en Siria. China pide respeto por el principio de que un gobierno legítimo no solamente debe proteger a su población, sino que también tiene derecho a defenderse de una insurrección interna. Los más críticos dicen que por consiguiente China apoya a dictadores. Una de las controversias más conocidas tiene que ver con la cooperación de Beijing con el presidente Bashir en Sudán. El contra-argumento chino es que la intervención extranjera o la exportación de la revolución – una política que China solía practicar en el pasado – tampoco son buenas soluciones. El pueblo de cada país tendrá que resolver sus conflictos con un gobierno hecho por y para sí mismo. La opción de dar apoyo financiero y armar a partidos en otros países ha terminado por convertirse, demasiadas veces, en una cobertura para una intervención imperialista. Piensen solamente en nuestra propia historia de colonialismo e intervención en el Congo, con los asesinatos de Patrice Lumumba y Pierre Mulele.

El otro principio de actualidad de “no injerencia mutua en los asuntos internos” no es lo mismo que “política de indiferencia”. En los estados fallidos, donde domina el caos y hay guerras civiles interminables, China intenta actuar como mediadora y apuesta por soluciones pacíficas, si fuera necesario mediante una intervención de Naciones Unidas y organismos regionales. Éste es el caso por ejemplo en Siria, Sudán, Ucrania y Libia. También es la actitud de China en relación a conflictos entre estados que crean una situación permanente de miseria o una amenaza para la paz mundial. Estas situaciones no quedan sin consecuencias para China. Desde el año 2005, se ha posicionado con mayor energía a favor de soluciones pacíficas a los conflictos, en aras de mitigarlos y desactivarlos. Algunos ejemplos son los conflictos entre Israel y Palestina, el enfrentamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur, la participación de China en varias misiones de paz de Naciones Unidas como en Sudán o Mali. El contraste con la política imperialista aquí es muy clara: cuando participa en estas misiones, China no persigue el beneficio y se niega sistemáticamente a tomar partido en los conflictos.
 

2. Relaciones económicas que facilitan el desarrollo

¿Existe algún tipo de neo-colonialismo chino o incluso de imperialismo chino en África y otros países en vías de desarrollo, como afirman algunos creadores de opinión como Hillary Clinton, los medios occidentales y las ONG's? Observando los contratos económicos y las inversiones de China, se ve que China aplica otros principio de la coexistencia pacífica: “igualdad y beneficio mutuo”. Al menos en lo que respecta a los contratos e inversiones acordadas entre estados, China intenta aplicar consistentemente este principio. Aquí también, el contraste con las prácticas occidentales es flagrante.

En sus relaciones económicas y financieras con países desarrollados, el imperialismo de occidente obedece al Consenso de Washington: la concesión de créditos para explotar materias primas o para construir proyectos prestigiosos como la presa de Inga en el Congo. A continuación, estos países se ven forzados a pedir otros créditos para pagar créditos anteriores. La “ayuda” occidental llega con condiciones: la ejecución de planes de ajuste estructural, privatizaciones, la apertura de los países a las corporaciones multinacionales. Para disimular estas condiciones, se implementan programas de ayudas al desarrollo, que son el paradigma de las hipócritas relaciones basadas en la desigualdad o la caridad.

El modelo chino se suele llamar Consenso de Beijing. Este consenso raramente o nunca se basa en la “ayuda”, sino siempre en un contrato basado en la igualdad y el beneficio mutuo. China necesita comida y materias primas, y los países africanos necesitan infraestructura elemental y recursos para poder despegar. Un ejemplo notable fue el contrato de 2008 entre China y el Congo. La República Popular concedió un préstamo de 9 billones de dólares, de los cuales 3 billones tenían que ser empleados para poner de nuevo en marcha una mina de cobre y cobalto, y 6 billones para trabajos públicos de infraestructura, construcción de escuelas, viviendas, hospitales y universidades. Las obras se iniciaron inmediatamente, pero el préstamo se devolverá con 10 millones de toneladas de cobre y 600.000 toneladas de cobalto, cuando la mina sea de nuevo operativa. Es una especie de trueque: infraestructura por materias primas, con una cuente corriente por medio del banco Eximbank como “facilitador”. El dinero se hará progresivamente disponible para la ejecución del trabajo, de manera a prevenir la corrupción.
 
3. Por un mundo multipolar, contra la hegemonía

China intenta activamente construir un mundo por medio de varios centros de desarrollo, con el objetivo explícito de luchar contra la hegemonía estadounidense. Esta es la aplicación de otros dos principios de la coexistencia pacífica: la coexistencia pacífica misma, en términos de igualdad, entre países con regímenes políticos distintos y el consenso mutuo de no-agresión. China está construyendo este “nuevo orden mundial” en varios frentes.

a) Cooperación Sur-Sur
La política china en África es el mayor ejemplo de esto. Más de mil contratos de beneficio mutuo han sido firmados, proveyendo empleo a más de medio millón de trabajadores. China llega a estos acuerdos con todos los países, sin excepciones y en todas las industrias (no solamente en petróleo y minería). La única condición que impone es el reconocimiento de que existe una sola China. Con estos contratos, China intenta crear gradualmente las condiciones para el desarrollo industrial de estos países. A cambio de materias primas entrega infraestructura, máquinas y equipamiento. How también está tratando de transferir sus propias industrias de mano de obra intensiva hacia África, mientras invierte en su propio sector de alta tecnología. De esta manera intenta llegar a una cooperación ganar-ganar y convertir África en un centro de desarrollo.

b) BRICS
China ha sido la principal fuerza motriz de un frente de países emergentes más fuertes para el siglo XXI, un frente entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Discuten la supremacía de los Estados Unidos por sus acciones políticas comunes y su cooperación económica y financiera. Uno de los resultados más notables es el establecimiento del banco de desarrollo de los BRICS, con un capital inicial de 50 billones de dólares. El objetivo es sostener la cooperación mutua y también ayudar a la cooperación sur-sur.

c) Apertura hacia la Unión Europea
 
Al lanzar la iniciativa “un cinturón, una ruta”, China están enviado a los países europeos una inmensa invitación a la cooperación. China quiere invertir tanto en una ruta de la seda por tierra y en una ruta marítima de la seda para estimular relaciones económicas con Europa. También es una manera de meter una cuña entre Estados Unidos y la Unión Europea. China tiene en mente los dos importantes puertos de suministro de mercancías en Europa: el Pireo en Grecia y Rotterdam en Holanda.

d) ¿La estrategia multipolar llevará a la guerra o a la paz?
Según la República Popular China, un mundo multipolar supone una alternativa a los planes hegemónicos de los Estados Unidos. Los diferentes polos deberían conformar un contrapeso y deberían unirse por un orden mundial en el que se apliquen los principios de la coexistencia pacífica. ¿Es esto un sueño o una estrategia con visos de tener éxito? El Partido Comunista de China se basa en las enseñanzas de Lenin, que demostró que el imperialismo va de la mano con el desarrollo desigual de diferentes regiones en el mundo. Los países socialistas y el tercer mundo tienen oportunidades de aprovecharse de las contradicciones originadas por ello para construir un contrapoder. El otro aspecto, sin embargo, también es cierto: el desarrollo desigual también trae nuevas tensiones entre las potencias dominantes y conduce a la guerra.

¿Estamos viendo nacer un nuevo orden internacional, o va a estallar inevitablemente una guerra? Ya es una evidencia que actualmente los Estados Unidos están orientando su estrategia militar hacia una posible confrontación con China, que es vista como la única futura amenaza real a su dominación mundial. Para hacer desaparecer la amenaza de guerra, sus fundamentos económicos, el imperialismo tendrá que desaparecer. Los preparativos de guerra que los Estados Unidos están haciendo en los mares del este y el sur de China parecen confirmar estos temores. Durante años, los Estados Unidos han estado trabajando en una estrategia de cerco a China, por medio de bases, la presencia permanente de su armada (con portaaviones incluido) en la región. Los Estados Unidos quieren ser capaces de cerrar el estrecho de Malacca, desorganizar el cinturón defensivo de China y destruir sus bases de misiles. Los Estados Unidos están armando y alentando a sus aliados, Japón y Filipinas, países que reclaman territorios en los mares del este y del sur de China, al igual que China. China es muy consciente de ello y está construyendo su propio sistema defensivo, un cinturón electrónico y militar a lo largo de su costa, junto con su propia zona de identificación aérea.

4. La expansión de las empresas chinas en Occidente
 
Hasta ahora la política exterior de China había merecido ser calificada de anti-imperialista. Pero ahora tenemos el nuevo fenómeno de empresas chinas en Occidente y su adaptación a los entresijos de la economía de mercado capitalista. El gobierno chino tiene como objetivo poner en el mapa a actores y empresas domésticas que sean capaces de competir internacionalmente con los monopolios occidentales. Todavía no ha habido un boom de este tipo de empresas, como ha sido sugerido, pero existe una tendencia que se hará más fuerte. Este fenómeno de multinacionales chinas puede ser puesto en tela de juicio cuando uno mira hacia el futuro del socialismo.

A la política de "puertas abiertas", que ha llevado a un crecimiento orientado hacia la exportación y una intensa transferencia de tecnologías desde 1978, ahora ha sido añadida una política de "ir hacia fuera, ir hacia el resto del mundo". Se alienta a las empresas a que vayan al extranjero, a que participen en adquisiciones e inversiones en Occidente. Esto debería acelerar la transición desde un modelo basado en la mano de obra intensiva hacia una economía de alta tecnología. Desde el año pasado, la cantidad de inversiones extranjeras  directas (IED) provenientes de China han igualado la cantidad de IED que entran al país, es decir cerca de 100 billones de dólares. A finales de 2014, había 107 empresas chinas de propiedad estatal presentes en 8515 ramas en 150 países. Sus actividades, que en el pasado se limitaban principalmente a los sectores de los recursos naturales y la minería, ahora se están orientando hacia industrias punteras, las finanzas y el sector inmobiliario. De estas empresas chinas en el extranjero, el 70% son de propiedad estatal, pero algunas empresas privadas también están saliendo a la palestra. Algunos ejemplos: Geely compró Volvo, Lenovo compró la división de PC's de IBM. También vale la pena mencionar la China Ocean Shipping (Group) Company (COSCO) que ya posee parte del puerto griego del Pireo y planea adquirir el resto gracias a las privatizaciones que la Unión Europea impone a Grecia. Y finalmente, 50 empresas chinas (de las que 49 son empresas de propiedad estatal) están entre las 500 más grandes del mundo.

Por el momento, es imposible prever el futuro de esta tendencia y sus consecuencias. Puede haber consecuencias para la política exterior de China. ¿Cómo se adaptará el gobierno de China a su economía si ésta está cada vez más íntimamente imbricada en el capitalismo mundial? ¿Cómo reaccionará si empresas chinas temen que sus intereses en Occidente se vean amenazados? La pregunta principal, sin embargo, es más bien qué va a suponer esta interconexión para el propio proyecto socialista en China. Ahora las mayores empresas de propiedad estatal y las empresas privadas están listas para entrar en competición con los monopolios occidentales más poderosos. Ello responde sustancialmente a los intereses del estrato social de los propietarios de capital, administradores y directivos de empresa que no quieren saber nada de marxismo.

Preguntas
 
Durante el evento hubo muchas preguntas. Aquí nos limitamos a las preguntas sobre el tema principal.

1. ¿Qué hay de las prácticas cuestionables e incluso racistas de China en África?
2. ¿Podrían algunos países africanos “no pagar” a China por todas sus inversiones al cambiar de bando y aliarse con Estados Unidos o Europa?
Ante estas preguntas, Jenny Clegg y Jo Cottenier contestaron de manera bastante consensuada.

1. En África hay a veces actitudes racistas entre ambos pueblos, tanto por parte africana como por parte china. Éstas deben oponerse (y por regla general pueden serlo) a las actitudes de los representantes de los respectivos gobiernos.
2. Ciertamente, China puede correr el riesgo de la "falta de gratitud", pero no se desviará de su incondicionalidad. Por otro lado, hasta cierto punto, los gobiernos africanos pueden ver en China un modelo de emulación. Se ha dicho que China puede convertirse en una nueva potencia imperialista, pero el imperialismo presupone el capitalismo monopolista y el saqueo de los recursos, cosa de la que ni China ni los BRICS pueden ser acusados. Las relaciones entre China y los países africanos se basan en el intercambio de inversiones, de know-how y de productos terminados a cambio de recursos.

Temas de debate restantes entre Jo Cottenier y Jenny Clegg
Según Jo Cottenier, la contradicción principal es entre imperialismo y socialismo. Jenny Clegg cree que Lenin dijo una vez que "quien espere una revolución social 'pura' nunca vivirá para verla".

Otra discrepancia residía en la cuestión de si la guerra es inevitable bajo el imperialismo o no. Jo Cottenier está convencido de que éste es el caso. Por su parte, Jenny Clegg cree que seguramente existe un peligro de guerra, y los pueblos deben tenerlo en cuenta, pero sin perder la esperanza de poder evitarla. 
 
 
 

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