20 de agosto de 2015

Un año del Donbás resistente

Por el territorio del Lince.

La historia que son miles de historias

El número de bajas causado por la agresión neonazi es alto, muy alto. Los números son lo de menos (unos 11.000 muertos y unos 17.000 heridos, más de dos millones de refugiados y desplazados…) pero lo importante es el espíritu y el deseo de resistencia. Como he venido diciendo, ya no hay vuelta atrás y el Donbás se ha perdido irremisiblemente para Ucrania. Sólo una guerra a gran escala para recuperar este territorio lo logrará, pero eso es imposible porque provocaría la intervención rusa.

Así que voy a cerrar, por el momento, esta serie mencionando algo que no se suele publicar: el número de desaparecidos en la parte del Donbás que controlan los neonazis de Kiev: 1.592 personas han desaparecido en este año. No se sabe nada de ellas y lo más probable es que estén muertas. Como en Chile, como en Argentina, como en la España franquista estarán en las cunetas de las carreteras, enterados bajo cal viva para que sus cuerpos no sean nunca encontrados. Nadie les reclama, nadie les recuerda. Son 115 ciudadanos, hombres y mujeres de Artemovsk, 88 de Selidovo, 82 de Slavianks, 69 de Dzerzhinsk, 61 de Mayinsky, 66 en el distrito de Oktyabrsky de Mariupol… así hasta los 1.592 que están contabilizados con nombres y apellidos. Quienes residen en estas ciudades arriesgan todos los días su vida para que esto se conozca en el mundo; su trabajo es muchas veces clandestino y las informaciones las pueden sacar no sin dificultad porque los neonazis tienen todo controlado, incluyendo internet. Pero ya sabéis, Ucrania es democrática amparada y arropada por el muy democrático Occidente (EEUU y sus vasallos europeos).

Poco a poco aparecerán sus fotos, tal vez algún vídeo de sus esperanzas. Así que os dejo un vídeo que resume la historia de todas las historias. Es la historia de Anna Tuv y aunque está en un castellano bastante defectuoso se entiende perfectamente. Es el resumen de una película documental sobre una mujer joven con su vida rota por los neonazis arropados y amparados por Occidente. Anna Tuv representa un año del Donbás resistente.




La guerra



Los II Acuerdos de Minks están muertos. El precario alto el fuego se está erosionando a gran velocidad y parece que se está a las puertas de una nueva agresión, a una escala mucho mayor que las dos anteriores. Los neonazis de Kiev tienen claro que cada día que pasa, que cada día que el Donbás sobrevive, se agranda la distancia que separa a esta zona de Ucrania. Porque se refuerza y se consolida la posibilidad de vida independiente, de un Estado independiente. O unos Estados, puesto que ya os dije que, por ahora, tanto Donetsk como Luganks prefieren ir por su cuenta y sólo han formado una confederación.


El tiempo juega a favor del Donbás. Está el caso de Osetia del Sur, de Abjasia (perdidas para Georgia después de una guerra), de Transnistria (perdida para Moldavia después de una guerra). Conflictos "congelados" pero ya irreversibles salvo otra guerra a una escala mucho mayor que las anteriores. La lección que se saca de estos casos es que las líneas de un alto el fuego temporal que se alarga llegan a convertirse en permanentes y así se refuerzan los parámetros que hacen posible un Estado: territorio, población y lengua.


Pero es que hay otro factor que hay que tener en cuenta: Ucrania se puede comenzar a mirar en el espejo del Donbás. Mientras que los neonazis están desmantelando el Estado, privatizando todo por exigencias de la Unión Europea y del FMI, el Donbás está fortaleciendo el Estado, manteniendo bajo su control -o intentándolo- los principales sectores estratégicos, como la metalurgia y el carbón. Eso permite generar unos ingresos con los que satisfacer las cuestiones sociales, como esas "panaderías sociales" de las que os hablé, y subvencionar los precios de algunos productos básicos, como el pan. En estos momentos, el precio del pan en Ucrania es casi el triple del precio en el Donbás, por dar un dato.


Sin embargo, la lentitud mostrada por las dirigencias de Donetsk y Luganks en lo referente a los procesos de unificación, o a la búsqueda de un mercado común entre ambas repúblicas, hace que sigan siendo entidades vulnerables y en peligro de extinción súbita si la ofensiva neonazi es total, como se espera, y si Rusia duda a la hora de defender a las repúblicas populares.


La junta neonazi de Kiev ha dejado claro que no quiere, ni puede, aplicar ni uno solo de los puntos del II Acuerdo de Minsk. Hace poco he leído en un medio de propaganda ucraniano que Poroshenko dijo en una reunión interna de su gabinete de seguridad que "había leído el Acuerdo de Minsk". Sólo faltaría que no lo hubiera hecho, pero con los neonazis todo es posible. Pero si lo ha leído, lo tiene que haber comprendido. Y no tiene pinta que haya sido así. Porque si fuese así, tendría que haber establecido contacto directo con las dirigencias de Donestk y Luganks, aceptar que las elecciones en el Donbás se hagan según la legislación propia y no la de Ucrania, que las dos repúblicas populares sigan controlando las fronteras con Rusia -como ahora ocurre-, pagar las pensiones...


Está en una situación políticamente débil, con una rebelión popular incipiente ante las privatizaciones, alza del nivel de vida, escasez de productos y empobrecimiento masivo de la población y sólo puede salir del atolladero con una guerra que distraiga la atención de estos problemas. La junta neonazi utilizará el discurso de la "seguridad nacional" y de la "amenaza rusa" para aplacar las protestas y, de paso, intentará, de nuevo, un mayor margen de maniobra con los plazos impuestos por la UE y el FMI al tiempo que buscará más y mejores armas.


No me cabe la menor duda que el objetivo a largo plazo de Rusia es conseguir el reconocimiento, digámoslo así, de la capacidad de resistencia del Donbás y de su permanencia "independiente" de hecho de Ucrania y que el modelo que está siguiendo es el de Osetia del Sur y el de Abjasia. Estas dos repúblicas ex soviéticas son independientes de Georgia pero dependientes, valga el juego de palabras, de Rusia. Por ello no tengo tampoco muchas dudas respecto a una intervención directa de Rusia en el conflicto si Occidente da el paso de apoyar militarmente a Ucrania en una nueva guerra. Rusia impulsó los II Acuerdos de Minks, que se mire como se mire favorecen las aspiraciones del Donetsk y Luganks, para evitar una guerra abierta en la que se vería involucrada de todas, todas. Buscaba parar la confrontación militar y facilitar un acuerdo político que es, ya, imposible salvo la derrota total de la junta neonazi de Kiev. Porque, hay un hecho a resaltar: las milicias, que ya son ejércitos incipientes, más coordinados y con una mayor unidad de mando, son capaces por sí mismas de frenar la ofensiva, pero la superioridad en armas y hombres de los neonazis es grande y todo dependerá de cuánto de todo ello, hombres y material, se utilice en la nueva agresión.


Mirad, un compendio de todo lo que os he venido diciendo en estas tres entregas de análisis: es la entrega de medallas y otros reconocimientos a una unidad de tanquistas, incluyendo a familiares de los muertos. Podéis ver tres cosas: la bandera que lo preside, la gente que está luchando y la sencillez de la ceremonia que se celebra en un memorial muy significativo en el Donbás y con una simbología muy significativa. Este es ejército popular, hombres y mujeres que son nuestra primera línea contra el fascismo y a quienes hay que apoyar y defender.
 

No obstante se puede ser optimista

Todas y cada una de las ofensivas neonazis se han saldado con estrepitosas derrotas, la última de ellas la de Debaltsevo hace seis meses. Los neonazis copìaron, literalmente, la táctica soviética en la II Guerra Mundial en el estratégico Kursk: una serie de trincheras y anillos concéntricos que defendían lo que era, para ellos, una ciudad inexpugnable. Pero los ucranianos de hoy no son soviéticos, ni siquiera les llegan a la altura de la suela de los zapatos: no tienen su disciplina, ni su arrojo, ni su capacidad de reaccionar ante los imprevistos, ni su heroísmo. Ni siquiera algo mucho más simple: cadena de mando. Así que resultó que en cada trinchera mandaba uno, en cada anillo mandaba uno, y todos estaban descoordinados entre sí. La milicia lo tuvo muy fácil para rodearles y hacer el famoso "caldero" en el que fueron cociendo a fuego lento. Poroshenko no tuvo el menor empacho en hablar de "gran victoria" por, dijo, haber logrado la retirada de la práctica totalidad de tropas y armas del "caldero". La siempre parcial Cruz Roja no fue tan benigna y dijo que los neonazis habían perdido 1.200 soldados. La milicia habla de una cifra mucho mayor: 4.000 muertos. Con ser importantes las cifras, sean de la siempre parcial Cruz Roja o de las milicias, lo verdaderamente importante fue el alto número de armas capturadas o en perfecto estado o con muy leves daños y que han sido fácil y rápidamente reparadas y puestas al servicio de las milicias: 337 tanques, transportes blindados y piezas de artillería. Además, se recuperaron unas 3.000 toneladas de todo tipo de pertrechos militares, desde munición a chalecos y otras utilidades de intendencia.


Reforestación del Donbass


Cada vez hay más posibilidades de una reanudación de la guerra. Dentro de un tiempo la UE tiene que volver a aprobar las sanciones impuestas a Rusia. La excusa de la injerencia en Ucrania pierde cada día que pasa más fuerza, dado que quien únicamente cumple los II Acuerdos de Minsk es el Donbás. Hasta la OCDE, siempre tan parcial, ha tenido que reconocer que quien más viola dichos acuerdos es Ucrania.


Veamos lo que decía ayer la misión de la OSCE: “se ha constatado el uso de la artillería por las dos partes. En la región de Donetsk hay combates en Marinka, Krasnogórovka, Avdétevka, Górlovka y el aeropuerto de Donetsk". Dicho así, la culpa se reparte, pero lo que no dice la OSCE, aunque lo sabe, es que las cinco ciudades mencionadas están en manos de las milicias, luego si las milicias responden es porque alguien ataca. Y ese alguien son los neonazis de Kiev.


Por lo tanto, Ucrania está obligada a reiniciar la guerra para agitar otra vez el espantajo ruso frente a Europa. Al igual que los terremotos pueden ser previstos porque antes hay una serie de señales, como temblores, de mayor o menor intensidad, la guerra puede ser prevista a medida que se van recrudeciendo las hostilidades, en este caso las agresiones de los neonazis que ya han llegado a afectar, otra vez, al aeropuerto de Donetsk como reconoce la propia OSCE.

La importancia que da Ucrania a este aeropuerto tiene que ver con dos cosas: evitar la consolidación de Donetsk como entidad independiente e impedir que llegue a través de él ayuda militar rusa. Este aeropuerto está prácticamente en la línea de separación de unas fuerzas y otras, pero no ocurre lo mismo con el de Luganks, que está mucho más alejado y en una parte relativamente segura. Las tropas neonazis fueron desalojadas del mismo en septiembre de 2014 y desde entonces se ha acometido una ligera reconstrucción para permitir una cierta actividad, incluso de transporte de pasajeros. El gobierno de esta república ha anunciado que estará operativo en seis meses, aunque no podrá acoger vuelos pesados como los de transporte de tropas o de material, por ejemplo, porque para ello hay que alargar la pista y eso significa disponer de recursos que ahora se tienen que dedicar a otros menesteres más importantes. 

"Actualizar la URSS"


Un año del Donbás resistente. Un año de guerra y de esperanzas. Una de ellas, la que más se repite, es que lo que la inmensa mayoría quiere es "actualizar la URSS". Voy a traducir este deseo. La lucha contra los nazis en la II Guerra Mundial tuvo en Ucrania uno de sus puntos centrales. Alemania se había trazado tres metas para destruir la URSS: tomar Leningrado, tomar Moscú y llegar hasta Bakú y hacerse con el control de los campos petrolíferos. No logró ninguna de ellas. Pero para alcanzar cada una de esas metas tenía que pasar por dos sitios que se convirtieron en verdaderos avisperos: Bielorrusia y Ucrania (toda la URSS era un avispero para los nazis). En el primer territorio, los grupos guerrilleros surgieron a miles, se calcula que en toda Bielorrusia hubo en el momento más álgido de la guerra 340.000 partisanos, verdaderos ejércitos puesto que se conocen grupos que contaban con hasta 2.000 integrantes; en Ucrania los combates fueron feroces en todo el país, sobre todo en una zona: el Donbás. La Tumba de Saur, destruida por los nazis en la fracasada ofensiva del verano de 2014, es el ejemplo más sobresaliente de ello. El monumento, que el gobierno de Donetsk se ha comprometido a restaurar, albergaba un memorial en homenaje a los 23.238 soldados soviéticos que murieron en la zona. Es un símbolo soviético, sí, pero irrenunciable para los habitantes del Donbás. No es extraño entonces ver imágenes como la de esta mujer, que acudió a votar en las elecciones que tuvieron lugar en noviembre de 2014, en Luganks, orgullosa de portar su carnet de la Unión Soviética. El simbolismo de la Tumba de Saur es tan fuerte que la República Popular de Donetsk ha emitido una tarjeta de crédito con su imagen, que os pongo abajo y os vuelvo a ofrecer el homenaje a los combatientes soviéticos y a los milicianos muertos en su defensa y reconquista a los neonazis de Kiev.


Actualizar la URSS. Difícil aspiración cuando los poderes realmente existentes en Donetsk y Luganks aún no han sido capaces de deshacerse del entramado de oligarcas locales que les apoyan. Esos que no tienen reparo en ir deshaciéndose de quienes les cuestionan y critican, como el comandante de la Brigada "Prizrak" (Fantasma), Aleksei Mozgovoi, asesinado en marzo. Las investigaciones prometidas para resolver el asesinato de un hombre crucial en la defensa del Donbás ante la agresión nazi no han avanzado ni un milímetro. Pero el sentimiento soviético está muy arraigado y el que se mantengan, y se repongan, las estatuas de Lenin y otros dirigentes soviéticos es algo más que un sentimiento nostálgico: es la realidad de lo que vive, y siente, la gente. Si hubiera que poner un porcentaje a esa esperanza de "actualizar la URSS" diría que está, hoy por hoy, por encima del 60%.

Pese a que la industria está casi totalmente destruida, que poco a poco se recuperan fábricas y minas, son las masas trabajadoras, esas que crean el Producto Interior Bruto de las repúblicas populares, las que abogan con mayor fuerza tanto por "actualizar la URSS" como por incorporarse a Rusia. Y son los habitantes de las ciudades que más han sufrido la agresión nazi las que manifiestan estos anhelos con mayor fuerza. Cuando las milicias entraron en estas ciudades, los pocos habitantes que quedaban en ellas les abrazaban, besaban y agasajaban con lo poco que tenían. El Donbás es ya irrecuperable para Ucrania. No hay la menor disposición a volver a Ucrania. Expresiones como "acepto un menor nivel de vida del que llevaba si con ello el Donbás no vuelve a Ucrania" no son aisladas, son bastante comunes.
Porque lo que le espera, lo dejaron muy clarito los nazis con la quema de la casa de los sindicatos de Odesa. 

Cuanto más hacen los neonazis de Kiev por tratar de escapar de lo inevitable, de la separación del Donbás, más acerca al Donbás a la independencia. Y el Donbás se ha puesto a ello. Si tienen problemas de este tipo, lo que había que hacer es crear su propio sistema fiscal y financiero. Así que ya tiene un sistema bancario propio, débil aún, incipiente, pero propio. La única lucha contra los oligarcas que, por ahora, han llevado a cabo las dos repúblicas populares de Donetsk y Luganks ha sido nacionalizar sus bienes sólo si han tomado partido por la junta de Kiev. Y lo mismo han hecho con los bienes que pertenecían al estado ucraniano. Sobre todo, los bancos.


Así se ha creado el Banco Central de la República de Donetsk, que es donde se centraliza toda la ayuda social de la que os hablaba el miércoles aunque se me olvidó mencionar un dato: esa ayuda social abarca al menos a un tercio de la población del Donbás. Sólo en el caso de Donetsk se calcula que hay 700.000 personas "socialmente vulnerables" y, de ellas, medio millón son pensionistas a quienes la junta neonazi de Kiev ha dejado sin pensiones desde hace un año. En Luganks las pensiones se están pagando desde el mes de abril, pero a través de la Empresa Unitaria Estatal de Correos. En esta república popular se incluye también a las madres solteras y a los húerfanos de guerra en los pagos que hace el, digamos, Estado.

Las dos repúblicas populares están estudiando unificar sus sistemas de pago, aunque quien ha avanzado más en el proceso de independencia bancaria es Donetsk. El BCR ha dado un salto espectacular al pasar de ofrecer sólo servicios al Estado y a personalidades jurídicas, es decir, a empresas a comenzar a operar con cuentas corrientes de ciudadanos normales. Esto ha comenzado a realizarse en marzo de este año y ya se está generalizando el uso de la tarjeta bancaria que os mostré el miércoles.



Donetsk y Luganks han creado la Confederación de Nueva Rusia. El proceso de unificación va muy lento y, por el momento, cada uno quiere ir por su lado. Eso ha frenado en seco las aspiraciones de contar con una moneda propia, aunque sí han decidido dotarse de un sistema multimoneda: el grivna ucraniano, el dólar estadounidense, el euro europeo y el rublo ruso. Las dos primeras monedas desaparecerán progresivamente, el grivna este mismo año y el dólar el primer semestre del que viene (aunque mientras esté tan fuerte como el euro será difícil que desaparezca de hecho), mientras que el euro se mantendrá al menos todo el 2016. Por lo tanto, el Donbás queda virtualmente unido a Rusia a través de su moneda. Así será más fácil todo, desde la compra de bienes que llegan desde Rusia hasta la integración política y económica en el futuro.



Con este sistema multimoneda el Donbás hace algo de lo que os hablaba el miércoles: legalizar, de hecho, el mercado negro, muy abundante, y hacer aflorar la economía sumergida. ¿Recordáis lo de los licores ilegales? Pues eso y otras cosas. Por ejemplo, controlar la venta ilegal de carbón, crucial en el invierno puesto que la temperatura media en esa zona no sobrepasa los 3 grados centígrados. En una situación de guerra hay gente sin escrúpulos, que busca un enriquecimiento fácil. Son los especuladores, y alguno de ellos ha sido fusilado. Eso es lo que están intentando atajar porque de no hacerlo el mercado negro se convertiría en un cáncer que aplastaría cualquier ansia emancipatoria: alcanzaría a la ayuda humanitaria que llega desde Rusia, incluso a las armas y a los automóviles. Es un parche, sin duda, que se queda a medias en el proceso de independencia tal vez para no molestar a Rusia pero dejando abierto el camino, listo sólo para recorrerlo cuando desde Moscú se dé luz verde.



No obstante, el paso dado es enorme puesto que también permite recibir, y transferir, dinero. Ya el lunes os mostraba una tarjeta de crédito con la imagen de la Tumba de Saur, el memorial soviético que se defiende a capa y espada en el Donbás, el símbolo del antifascismo. Pues bien, eso pone de manifiesto que ya hay un sistema bancario propio y en funcionamiento y, lógicamente, ya se están recibiendo las primeras transferencias de dinero. No sólo desde Rusia, sino sobre todo desde Osetia del Sur. Esto es importante porque Osetia del Sur es el único país que ha reconocido a las repúblicas de Donetsk y Luganks como entidades independientes de Ucrania. A su vez, Osetia del Sur es reconocida por Rusia, Nicaragua, Venezuela y Nuaru, mientras que Vanuatu y Tuvalu han reconocido la independencia de Osetis del Sur sólo parcialmente. Eso significa que el Donbás puede, a través de Osetia, llegar a los mercados de esos países aunque, como es lógico, el más importante es Rusia.



Los neonazis de Kiev, al enterarse -las informaciones las ha hecho públicas la República Popular de Donetsk anunciando, además, que hay operativas 221 oficinas del BCR- han puesto el grito en el cielo y afirman que "se están vendiendo equipos ucranianos" al exterior. Dirán lo que quieran, pero lo cierto es que ya hay un sistema bancario totalmente autónomo conectado con el exterior y que Osetia del Sur se convierte en el punto a través del cual entrará y saldrá dinero desde el Donbás sin tener que pasar necesariamente ni por Rusia ni, sobre todo, por Ucrania. La independencia financiera es ya un hecho.



Esto significa que las repúblicas populares de Donetsk y Luganks pueden ya cobrar sus propios impuestos y que es un dinero que no va a ir a Ucrania. Por lo tanto, la situación de los neonazis sólo puede empeorar y es por ello por lo que ahora están concentrando hombres y material para volver a relanzar la guerra. El Donbás está pagando ya a los jubilados, que llevaban casi un año sin recibir sus pensiones por el bloqueo ucraniano, está protegiendo a quienes han sido desprotegidos por los neonazis de Kiev. El lunes os hablaba de las "panaderías sociales". Es solo un gesto, pero necesario.

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