25 de abril de 2015

Guatemala renace de sus cenizas con masiva marcha exigiendo un alto a la corrupción del Gobierno.

Por Ilka Oliva Corado


¡Que vivan los estudiantes/jardín de las alegrías!  Me gustan los estudiantes. 
Violeta Parra.

Es la primera vez   que no sé cómo comenzar a escribir un artículo, me desborda la alegría. Son tantas emociones.  Este texto podría tener cientos de nombres, como por ejemplo: Qué la rebeldía nos haga libres. Guatemala por fin despierta. El pueblo guatemalteco se pronuncia. Resucita la dignidad. Vencimos el miedo. El silencio es historia. Fuera la clica criminal Baldetti-Pérez Molina. 


Tengo 35 años de edad, pertenezco a la generación de la desmemoria y nunca en mi vida había visto una manifestación tan rebosante de alegría y frescura  y con tanto tesón como la de hoy en Guatemala, que fue más allá de las fronteras porque guatemaltecos en todas partes del mundo se pronunciaron al unísono exigiendo la renuncia de la Vicepresidenta y el Presidente de la República. Esa unidad fue hermosa, inspiradora. 

Llevan décadas haciendo lo que se les pega la gana, los gobiernos de turno siempre en lo mismo, todos al mismo saco y todos cubriéndose con la misma sábana. Saqueando Guatemala y lavándose las manos. Cortinas de humo tras cortinas de humo para no evidenciar los desfalcos, los robos millonarios y las ventas de tierra. La impunidad, la injusticia, la corrupción y la opresión. Esa forma tan de ellos para dejar en la calamidad a la clase más golpeada por el sistema. Para reírse en nuestras marices y no esperar castigo por el insulto. 

En Guatemala se vivió un ambiente de carnaval, de fiesta patria, de amor al terruño. Manifestándose en todos los departamentos. Madres, abuelos, estudiantes, niños, profesionistas, obreros, campesinos y proletarios.  Lo que siempre soñé y que creí que  mis ojos no verían nunca, sucedió;  marcharon alumnos de universidades privadas junto a los alumnos de la Tricentenaria Universal -¡de mis amores!- de San Carlos de Guatemala, viví ese momento tan emotivo a miles de kilómetros de distancia, pero con el corazón ahí. 

Sin distinción de credos, razas, idiomas, clases sociales e  ideologías  los guatemaltecos salieron y abarrotaron las calles del país para demostrar su descontento. Para decir que estamos hartos de tanta impunidad y corrupción. Ahí estaban sacerdotes, monjas, pastores, rabinos. Lo que era utópico  se hacía realidad, fue tan hermoso ser partícipe a distancia. Quién no hubiera querido estar ahí en carne y hueso. 

Después de tantas décadas, de tanto escarnio debido al temor impuesto por el ejército guatemalteco y sus secuaces oligarcas, el pueblo de Guatemala dijo basta ya, y se hizo sentir, se hizo escuchar, dijo presente, dijo ya no más, dijo hasta aquí. ¡Perdimos el miedo! 

No, a esos miles de guatemaltecos que asistieron a la manifestación masiva no los acarreó ningún partido político ni organización alguna, ellos fueron por sí solos, porque están cansados de tanta burla y descaro. Y a pesar que el Gobierno utilizó todo tipo de aparatos para bloquear la señal de celulares y con esto evitar la propagación de la noticia, les fue imposible. A pesar de sus drones y de sus orejas y ojetes Guatemala dijo presente. A pesar de la obediencia  de las televisoras oficiales en no transmitir esa marcha histórica, Guatemala dijo presente. 


Finalmente sucedió lo que era una quimera, el pueblo despertó. Guatemala renace de sus propias cenizas.  A todos aquellos que dijeron no, no se puede hacer nada, Guatemala es difunta, ahí está que hoy esa misma Guatemala moribunda se puso de pie y erguida caminó y exigió respeto, cuentas claras y justicia.  Solo el pueblo es capaz de crear poder popular. No hay Estado, ni sistema,  ni Gobierno que pueda contra el pueblo cuando éste se arma de arrestos y hace valer su derecho. 

No fue una marcha cualquiera, esto es histórico, a esto hay que subrayarlo, hacerle una reseña, tomarle foto y enmarcarla, pero más que eso esto de hoy tiene que ser el inicio, la llama recién encendida que nos motive y nos impulse a ese caminar, a reconstruir el tejido social, a levantar a Guatemala de los escombros donde la han dejado los traidores, con nuestro consentimiento debido a nuestro temor como pueblo. 

Esto es solo el primer paso, ojalá que toda esta euforia no sea llamarada de tuza o una pasada de nube. Que ésta sea la chispa que se propague y encienda nuestras venas de amor al terruño, a los ancestros y  nuestras crías.  Porque son tantas las luchas que tenemos que afrontar, no solo la corrupción, esto no se resuelve encarcelando a una clica, porque hay cientos infestando el país, en el sistema de justicia donde hay tantos togados vendidos. Guatemala necesita ser restaurada adoquín por adoquín. Adobe por adobe. 

Así como hoy nos indignamos por la corrupción también indignémonos por las niñas abusadas sexualmente, por el Estado y la Iglesia que no permiten el aborto,  por nuestra niñas, adolescentes y mujeres víctimas del feminicidio. Por nuestros jóvenes marginados, por la hambruna, por la desidia. Por la tierra que le quitan a nuestros campesinos. Por los crímenes de odio contra personas homosexuales. Por la negativa a crear una ley que permita un matrimonio igualitario. Por los miles de hermanos que se van en la migración forzada.  Indignémonos  pero que eso nos lleve a la acción. Como hoy.

Es totalmente válido sentir miedo, pero es impostergable  movilizarnos. No podemos  quedarnos estáticos, el miedo no nos puede atar de manos y pies, no nos puede poner una mordaza. A pesar del miedo hay que salir, hay  que actuar, ser parte del cambio, promover, evidenciar.  El seso que no sea solo de adorno y de alarde, que sirva para transformar. Que nos vuelva humanos y consecuentes. Que esa prestigiosa educación superior no nos convierta en escorias. Que no  nos obligue a olvidar. Más de treinta mil guatemaltecos, esa cantidad hablando propiamente de un país atemorizado por el pasado sangriento,  es de admirar. 

Que esto nos sirva de lección para pensar y re pensar nuestro voto, las elecciones se acercan, están ahí a la vuelta de la esquina, que esos dos dedos de frente que tenemos no sean por gusto. No necesitamos más puñaladas por la espalda de politiqueros corruptos y ladrones. 


Este texto se lo dedico con todo mi amor a aquellas personas incansables en sus luchas que llevan décadas ahí firmes, sin quitar el dedo del renglón, con su sabiduría, su experiencia y sus anhelos. Que a pesar de las derrotas, los agravios y los infortunios han continuado, porque creyeron y siguen confiando en que nuestra Guatemala es rescatable. 

A la juventud que tiene toda la leche y la efervescencia, porque ahora le toca el cambio de estafeta y ser consecuente con el pueblo raso, con los obreros, con los campesinos, con esos miles de proletarios, con la infancia marginada, con los miles que se van en las migraciones forzadas. 

A los que no pudieron asistir por causas mayores, pero que siempre han sido parte del cambio, luchando desde sus trincheras, sembrando semilla a pesar de la derrota, a pesar del cansancio, pero que siguen confiando porque saben que esa quimera se dejará abrazar, la podremos acariciar todos como país, como una sola vena, como la herencia milenaria, como la dignidad que nos fue arrebatada, con la Memoria que nos pretenden robar y con la identidad que nos dicen que ya no existe. 

Que esto sea el inicio de una vereda que nos lleve hacia una Guatemala justa, equitativa y próspera. Es válido soñar, es válido abrazar utopías, es obligatorio hacerlas realidad como pueblo. Es nuestra responsabilidad propiciar los cambios reales. ¿Si no lo hacemos nosotros, quiénes? No esperemos que los cambios vengan de fuera.

Gracias a cada uno de los guatemaltecos y extranjeros hermanos que dijeron presente. Que hicieron de esta manifestación un grito al unísono de millones de corazones guatemaltecos que quieren un país limpio de impunidad. Siempre lo he dicho y me voy a morir afirmándolo, la juventud puede tener toda la leche y todo el vigor pero necesita guía. Gracias a esos candiles encendidos que nunca apagan su luz, que el añejo del tiempo les pone el alma en solera, porque gracias a esas candilejas es que las mocedades pueden avanzar sin torcer el camino. 

Y para el punto y final, ya que la emoción me desborda el alma y no me dejará tranquila si no lo grito desde mi ronco pecho, ¡Viva la Tricentenaria Universidad -de mis amores-  de San Carlos de Guatemala!  ¡Viva el pueblo unido! ¡Viva Guatemala! ¡Viva por siempre nuestra Guatemala!

El pueblo unido jamás será vencido/el pueblo unido jamás será vencido/ el pueblo unido jamás será vencido.  El pueblo unido jamás será vencido. Quilapayún.

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