11 de julio de 2014

Sobre la Independencia de Venezuela

Por Luís Urrutia

Sobre Venezuela.


Quisiera hacer una observación.

No hay dudas de que el proceso venezolano sufre desde sus inicios un hostigamiento reaccionario cuyo principal motor es el imperialismo y, esto, desde el punto de vista de cuidar el movimiento real, que vale siempre más "que una docena de programas", determina nuestra posición solidaria con el gobierno, en contra de su oposición de adentro y afuera.

Pero, la inquietud es si el proceso venezolano no es víctima también de ciertas limitaciones propias, ciertas desviaciones, a las cuales podríamos favorecer, si adoptamos una actitud acrítica, de panegírico. No estoy proponiendo salir "con los tapones de punta" con ninguna crítica pública, pero sí no echar nafta al fuego de cierta deformación.

Me resulta asombroso y chocante que el chavismo, para utilizar la tradición histórica y cultural que pudiera servir de apoyo a un proceso de "segunda independencia" (aspecto fundamental de la lucha ideológica) se denomine "bolivariano".

Venezuela tiene en Miranda una figura de trascendencia universal y un extraordinario ejemplo de demócrata revolucionario, que verdaderamente daría fundamento histórico a un proceso de profundización democrática. ¿Saben Vds. que en el Arco de Triunfo está el nombre de Miranda, como uno de los grandes héroes de la Revolución Francesa?. Por su actuación en Valmy y en Amberes, su participación en la guerra de la independencia norteamericana, ¿no es un estandarte que los venezolanos podrían levantar con legítimo orgullo? Para toda América Latina Miranda es El Precursor, la primera y universal figura de la independencia, personalidad sin tachas, con verdadero ascendiente moral.




Pero Chávez levantó a Bolívar y, por lógica, silenció a Miranda.

Es que Bolívar, el aristócrata, traicionó a Miranda, el plebeyo, y lo entregó a los españoles. La monografía que Marx escribió sobre Bolívar consigna esto y muchas cosas más, sin adjetivos, pero que lo muestran como inepto, cobarde, sanguinario, etc.  Anibal Ponce, que descubrió el escrito en la URSS en 1935, se esmera en puntualizar que el relato de Marx se apoya en hechos que en Venezuela nadie ha podido negar, ni siquiera por los que defienden a Bolívar.

Agrego yo que la influencia de Bolívar en el proceso nacional argentino, a más de las victorias de Carabobo y Ayacucho, tiene el rasgo de cohonestarse con el ala más reaccionaria de las fuerzas independentistas, las promotoras del latifundio y el atraso, y servir a los fines imperialistas de Inglaterra, como ha sido posibilitar la independencia del Uruguay.

En términos de política actual, Chávez nos ha hecho el mal favor de declararse "peronista" en un acto multitudinario en Buenos Aires. Una cosa no se desliga de la otra, porque el peronismo se proclama heredero del caudillismo del siglo XIX, del cual Bolívar es la primera figura.

Creo que herimos nuestra propia política cultural si acompañamos estas expresiones de nacionalismo burgués.  

Fue el 05 de Julio, los 203 años de la Declaración de Independencia en Venezuela.

Por Carmen Bohórquez. Enviado desde E. D. H. Cuba. Recogido de "Siete a la Carga".

A 203 años de la Declaración de Independencia, memoria y compromiso con ese pasado de dignidad política son las claves de la dignidad y de la vida futura. Como dijo Miranda: “Entre esto y la esclavitud no hay medio, el deliberar sería una infamia”.

“Jamás he creído que pueda construirse nada sólido ni estable en un país, si no se alcanza antes la independencia absoluta”

Carta de Miranda a Popham, 1806.

Resulta altamente simbólico que la conmemoración del Bicentenario del proceso de la Revolución de Independencia ocurra en momentos en que en América Latina se levantan con fuerza millones de brazos decididos a romper también las cadenas de otro imperio que, al igual que la monarquía española, intenta sujetar el destino de nuestros pueblos a la realización de sus objetivos e intereses hegemónicos. Ambos momentos, el de lo ocurrido hace poco más de 200 años y el de los actuales movimientos de liberación, pudieran estar marcando el inicio y el fin de un complejo proceso de emancipación, a lo largo del cual la América del Sur ha ido cincelando su identidad y ensayando formas de resistencia que hoy parecen fructificar en una definitiva voluntad de autodeterminación.

Resulta igualmente relevante que en ese largo proceso, el nombre y las ideas de Bolívar no sólo se han mantenido como referente histórico, sino más que eso, como elemento movilizador de las múltiples luchas que a lo largo y ancho de la América meridional han representado pasos de avance hacia la superación definitiva de toda relación de dominación. Tal presencia histórica viene a ser la reafirmación de que las causas que llevaron a Bolívar y a todos nuestros libertadores a comprometer su vida y sus esfuerzos para liberar a la América meridional del yugo que le impedía desarrollar sus propias potencialidades, siguen en gran medida presentes y, en consecuencia, nos siguen interpelando y demandando con urgencia una respuesta y un compromiso real y efectivo.

Firma el 5 de Julio de 1811, la Declaración de Independencia

Sin embargo, también ha sido terrible verdad en nuestra historia que ante el avance de los pueblos en el camino de su definitiva emancipación, recrudecen las amenazas y las seculares intervenciones directas del imperio estadounidense sobre el continente; lo doloroso es que estas intervenciones no sólo son facilitadas, sino en mucho absurdamente deseadas por ciertos sectores de poder de nuestras propias sociedades nacionales. Para muestra, tómese cualquier periódico o véase cualquier canal de televisión privada de cualquiera de los países que hoy construyen una nueva sociedad.

Por estas y por muchas más razones, no se puede entender la conmemoración de estos Bicentenarios desvinculados de nuestra realidad actual ni tomarlos como un evento pasajero de simple recordación. La actual situación mundial nos obliga, tanto a los latinoamericanos como a otros pueblos del mundo con similares experiencias, a hacer una profunda y honesta reflexión sobre el presente a la luz de esa historia de luchas vividas, así como una reflexión sobre el pasado a la luz de la constatación de la continuidad de esas relaciones de dominación en el presente; sea cual sea la forma que asuman o la dimensión en que se expresen esas relaciones.

Hoy no son el arcabuz y la cruz los instrumentos del imperio, sino su agresiva política militar y en particular, algo más efectivo que la cruz: los medios, o mejor dicho, las empresas de comunicación, dedicadas día y noche a bombardear espíritus y mentes, distorsionando realidades y sembrando violencia en la sociedad para mejor dominarnos. Empresas que han devenido en el producto más refinado de la perversidad capitalista: no hay otro ejemplo más sagaz de conspirar contra la libertad y la real democracia bajo la falsa cobertura de garantizarlas.

Con todo ello queremos reafirmar que no es posible dejar la historia atrás para sólo mirar el futuro, como lo pretenden siempre los imperios. Por el contrario, el momento presente nos está exigiendo un serio ejercicio de reflexión sobre esta coincidencia histórica de estar conmemorando el Bicentenario del inicio del proceso de independencia, en momentos en que por primera vez en estos 200 años, se da la conjunción de la voluntad política de nuestros líderes, la fuerza y determinación consciente de los pueblos, y formas auténticas y soberanas de integración de nuestras naciones como el ALBA, UNASUR y la CELAC, para lograr la culminación y consolidación definitiva de esa independencia. Por éstas y muchas más razones, no podemos aceptar hacer tábula rasa del pasado, porque nuestro futuro depende precisamente de la revalorización crítica de ese pasado.


En particular, en un momento como éste en el que, como decía el Presidente Hugo Chávez, la historia de nuestros pueblos ahora la están escribiendo precisamente aquellos que tenían prohibido redactar la historia. Ya la historia no la cuentan los antiguos vencedores.

A 203 años de la Declaración de Independencia, memoria y compromiso con ese pasado de dignidad política son las claves de la dignidad y de la vida futura. Como dijo Miranda: “Entre esto y la esclavitud no hay medio, el deliberar sería una infamia”.

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