22 de octubre de 2011

Entrevista a Algirdas Paleckis, líder del Frente Popular Socialista de Lituania



Por Víktor Trushkov, para Pravda. Traducido del ruso por Josafat S. Comín


Algirdas, como dice el refranero ruso, “más vale tarde que nunca”, así que permítanos que le felicitemos, en nombre de todos los lectores de Pravda por su 40 cumpleaños, que ha celebrado este año. Acepte nuestros mejores deseos.

Gracias.

Comenzaremos nuestra conversación, por aquello que se ha convertido para usted en principal problema político y personal, y que está siendo seguido por Europa y el mundo. Hablamos de la persecución judicial a la que está siendo sometido, por motivos exclusivamente políticos. Se persigue establecer la verdad sobre los trágicos acontecimientos del 13 de enero de 1991 en Vilna, cuando junto a la torre de la televisión murió gente supuestamente a manos de los militares del ejército soviético. Por cierto, ¿cómo suena la acusación oficial?

Me acusan de negar la agresión de la URSS contra Lituania en el 91, de menoscabarla y en consecuencia de ofender la memoria de las víctimas.

¿Pero hay algún artículo en la legislación lituana para eso? ¿apareció a principio de los 90?

No, fue introducido en 2010. Inmediatamente después de que los nacionalistas llegasen al gobierno, ese artículo fue introducido en el Código Penal. Prevé una condena que puede ir de la multa, a los dos años de cárcel para aquellos, quienes de modo burdo (palabras textuales) nieguen o resten importancia a la agresión de la URSS contra Lituania en 1940 y en 1991.

¿Pero cual es la base para la acusación?

El informe fiscal es muy breve. Se me acusa por dos frases sacadas de una entrevista: “Y qué pasó el 13 de enero junto a la torre de televisión. Como parece esclarecerse ahora, los nuestros dispararon a los nuestros”. Desde el punto de vista jurídico no hay ninguna mención de la agresión, ni de las víctimas, ni nada parecido. Además, en ese momento Lituania, todavía formaba oficialmente parte de la URSS, así que hablar de agresión, no es ajustado a derecho.

Frases como esas por lo general se consideran opinión personal. Según los estándares europeos no es de recibo ser juzgado por expresar sus opiniones. Además, que en su caso, es una opinión perfectamente argumentada. Me impresionó las referencias que hizo a los datos de los forenses, que concluyeron que las balas encontradas en los cuerpos de las víctimas, tenían una trayectoria de arriba abajo, siendo que los soldados y demás fuerzas del orden se encontraban a nivel de calle, a los pies de la torre.

Además como concluyó la investigación medico-judicial, la munición era propia de fusiles modelo “Mosin” y de armas de pequeño calibre. Está claro que nada de eso se encontraba en el arsenal del Ejército Soviético o del KGB. El ángulo de entrada de los disparos comprendía 60 grados. Justo la altura de un edificio de 5 pisos.

Al expresar su opinión, usted también hizo referencia a los testimonios de los testigos que presenciaron el tiroteo y la estela de las balas desde el piso superior o la azotea de la casa que se encuentra frente a la torre de televisión.

Así es. Hubo testigos de entre la muchedumbre y de las viviendas.

¿Esos testigos corroboraron su versión de los hechos?

El interrogatorio tendrá lugar probablemente en la siguiente sesión.

Durante este tiempo que dura la causa, ¿Ha podido encontrar algún
nuevo hecho, que confirme su postura?

Sí, pero quisiera que prestáramos atención a la tercera capa de argumentos, a los que me he referido desde el principio. Es el reconocimiento de los propios representantes del gobierno lituano. El director del Departamento de seguridad, Audrius Butkevicius, durante años ha estado concediendo extensas entrevistas, en las que hablaba de su tarea en la planificación y provocación del ese desarrollo de los acontecimientos, para que los pilares del poder soviético, el KGB y el ejército, apareciesen frente al mundo de modo nada favorable, para que se les pudiese lanzar acusaciones. Está recogido cuando afirma que era consciente de que iba a haber víctimas.

Y una nueva confirmación de mi postura se dio en la sesión del 13 de septiembre, en la que testificó uno de los funcionarios del Ministerio del Interior de Lituania. Servía en la sección sexta, dedicada a la lucha contra la delincuencia organizada. Aquel día, recibieron la misión de efectuar una grabación de los sucesos junto a la torre. En el bloque de viviendas de nueve alturas contiguo, pidieron a la dueña de un piso de la octava planta, que les dejase filmar. Cuando comenzó la grabación se pudo ver como desde el tejado que quedaba frente a ellos, estaban disparando a la muchedumbre que se encontraba abajo. Entonces, tal como relató el testigo en el juicio, fueron hacia el tejado. La esclusa estaba cerrada. Salieron corriendo a la calle, para subir al tejado por el portal vecino. Pero en cuanto llegaron a la calle, vieron salir corriendo del portal vecino a dos hombres con un estuche alargado. El testigo supone que se trataba del estuche de un fusil de cañón largo. Al ver a los agentes de policía, la gente de civil echó a correr. Cerca, les estaba esperando un coche y consiguieron huir. El testigo y sus compañeros informaron de los visto a sus superiores, pero no hubo ninguna investigación.

Lo importante de este testimonio en la sala del tribunal es que viene de un profesional y no de un testigo ocasional. Cuando le preguntaron su opinión sobre quienes podían ser las personas que se cruzó, el testigo respondió que a juzgar por su comportamiento, era la gente que había disparado desde la azotea. Y el estuche que llevaban solo podía ser de un fusil o un arma automática.

La siguiente vista del juicio se celebrará el 24 de octubre. En esta ocasión se oirán los testimonios de otros testigos, de la “gente normal”, gracias a los que yo tuve por primera vez conocimiento sobre los hechos, para nada coincidente con la versión oficial. Además subrayaban que las balas trazadoras iban dirigidas contra la gente joven, a matar. Muchos testigos de los acontecimientos, también señalan que había gente preocupada de empujar al gentío precisamente al lugar donde estaban apuntando las balas. Esa gente tuvo incluso encontronazos con las personas que querían abandonar la plaza, a los que se empeñaban en empujar hacía donde estaban disparando.

Todo esto demuestra que se trató de una provocación planificada, como ha declarado en multitud de ocasiones el responsable de seguridad de la zona.

¿En que estadio se encuentra ahora el proceso judicial?

Es un juzgado de primera instancia.

Sr.Paleckis, ha mencionado usted dos fechas, 1940 y enero de 1991, en las que en las leyes lituanas se habla de agresión. Me gustaría entender la lógica política de encasillar los sucesos de enero en la categoría de agresión. Como usted ha señalado, Lituania formalmente todavía no había salido de la URSS y nadie en el mundo la consideraba todavía un estado independiente. Mientras en la república en ese momento en el poder ya se encontraba “Sajudis” (“Movimiento”) encabezado por Vytautas Landsbergis, quien era presidente del Soviet Supremo de Lituania, es decir, que de acuerdo a las leyes de entonces, era él quien mandaba en Lituania. El gobierno de Lituania también controlaba a “Sajudis”. De modo que la tarea de los nacionalistas, en ese sentido ya estaba resuelta. ¿Por qué en esas condiciones, los sucesos de enero del 91 adquirieron el significado de símbolo, de signo político?

Estos acontecimientos supusieron una etapa importante en la destrucción de la Unión Soviética. En los años de la “guerra fría” el principal campo de batalla entre los dos sistemas eran terceros países. A finales de los 80, principio de los 90, la línea del frente se movió hacia el este, a las repúblicas bálticas, a Ucrania, a Rusia. La cuestión sobre si se mantendría el socialismo o al poder llegarían las fuerzas capitalistas, se agudizó a escala de toda la URSS. En Rusia había ya una lucha enconada entre Gorvachov y Yeltsin, el crimen organizado asomaba la cabeza. Los sucesos de enero en Vilna forman parte integrante de ese proceso de destrucción de la URSS.

Una etapa de contrarrevolución a escala de toda la Unión

Y en toda la región. En mi opinión, el punto de no retorno ya se había alcanzado. En lo que concierne a Lituania, se estaba desarrollando una aguda batalla política interna. Landsbergis, era nuestro Bonaparte, quería poder ilimitado. Pero si analizamos más en profundidad, lo que había era una lucha entre los grupos de Vilna y de Kaunas. En Kaunas se concentraban las fuerzas nacionalistas más radicales. Landsbergis, era su hombre. Allí se concentraban los principales grupos criminales, que ansiaban hacerse con el poder. Vilna representaba los intereses de la parte más moderada de la sociedad. Al mismo tiempo los servicios de inteligencia occidentales estaban empujando para lograr la caída de la Unión Soviética. Algunos políticos lituanos llegaron incluso a afirmar que Lituania se encontraba en estado de guerra con la Unión Soviética.

Las fuerzas nacionalistas de Lituania está molestas también con el que usted haya puesto en duda su aspiración de ensalzar los sucesos del 23 de junio de 1941. Entonces en el segundo día de la Gran Guerra Patria, hubo un levantamiento antisoviético, de carácter fascista. ¿Podemos hoy analizar aquello, como la confirmación de una política razonable por parte del gobierno soviético, la decisión de mandar tropas del Ejército rojo en 1940 a Lituania, para no permitir allí la instauración de un régimen profascista? Después de todo, el levantamiento del 23 de junio del41, no hizo más que confirmar que esas fuerzas existían. Significa que el debate sobre la ocupación es malicioso ya que las tropas entraron por mutuo acuerdo con el gobierno de Lituania y porque la amenaza de golpe fascista era real ¿no es así?

Tengo un camarada que piensa que la entrada de las unidades del Ejército Rojo en Lituania en 1940 fue lo más parecido a tropas de pacificación. Realmente fue un paso preventivo. No hubo ningún síntoma clásico de ocupación del país por parte de la Unión Soviética. Entre los participantes del levantamiento del 23 de junio estaban aquellos que podían ser calificados de “quinta columna” de Hítler.

Aunque la historia y la actualidad están estrechamente relacionadas, pasemos al momento actual. ¿Qué fuerzas representan a la izquierda en el panorama político lituano?

El movimiento nacionalista “Sajudis” pronto se escindió en varios partidos. Uno de ellos fue el Partido Socialdemócrata, que aspiraba a copiar el modelo socialdemócrata occidental. Los comunistas tampoco pudieron evitar las escisiones. El primer secretario del CC del PCL, Brazauskas, encabezó el grupo que luego se llamó Partido Democrático del Trabajo, mientras que el PC, que se mantenía en las posiciones del PCUS, fue prohibido al poco tiempo. Sigue estando en la clandestinidad. El Partido de Brazauskas, cuando se convirtió en gobernante, llevó a cabo políticas liberales. Luego apareció un nuevo Partido socialdemócrata que se formó de dos partidos: los “viejos” socialdemócratas y los del Partido del Trabajo de Brazauskas. Este partido se convirtió en expresión de los intereses del gran y mediano capital. Aunque hay que reconocer, que la igual que en Moldavia, detuvo el nacionalismo más ferviente y no permitió que el estado acabase en bancarrota. En comparación con los nacionalistas y los nazis, los socialdemócratas fueron unos gestores más experimentados. Cierto que a menudo utilizaron esa experiencia para llenarse los bolsillos. Tras la muerte de Brazauskas, el partido se apagó bastante; ahora sacan el 15-17% de los votos.

Nosotros somos la segunda fuerza en importancia de la izquierda. El Frente Popular socialista es la simbiosis de dos organizaciones: el Partido Socialista de Lituania, creado en 1994 y el partido “Frontas”, que fundamos en 2008. El Partido Socialista agrupaba a aquellos que se mantenían fieles a los ideales socialistas y a la ideología marxista-leninista. Pero la influencia del partido era escasa. En las elecciones apenas alcanzaban el 1% de los votos. Nosotros representamos a la parte más joven del partido reunificado. En nuestra participación en solitario en las elecciones, llegamos al 3’5% de los votos. Después de la unidad se nos considera un partido activo. No hay en Lituania ningún otro partido serio en la izquierda.
Pero quiero remarcar que los partidos políticos en Lituania no son precisamente institutos sociales influyentes. Baste decir, que el 55% de los electores no toman pare en las elecciones. Los estudios sociológicos demuestran que entre los institutos de la sociedad como el presidente, el parlamento, la iglesia, etc., los partidos políticos tienen el nivel de aceptación más bajo.

¿Cuál es el motivo de esa situación?

A la gente no le gusta la indigna lucha entre partidos, las escisiones internas, los escándalos de corrupción en los que se ven envueltos algunos dirigentes de los partidos.

Pasemos ahora a ese campo en que su actividad política y su vida personal se entremezclaron con fuerza. Usted creció en una familia de tradición política. Su abuelo fue un prestigioso periodista, escritor y activista social. En 1940 encabezó el gobierno, que expresando la voluntad del pueblo lituano, garantizó la transición del país al Poder Soviético. Aquel año, Justas Paleckis fue elegido Presidente del Soviet Supremo de la RSS de Lituania y se mantuvo a la cabeza del estado lituano casi 27 años. Luego trabajó como Presidente del Soviet de las Nacionalidades, en el Soviet Supremo de la URSS. ¿Cuál fue su relación con él?

Fue poca, por desgracia. Cuando murió, yo tenía 10 años. Y además vivíamos en el extranjero. Yo veía a mi abuelo solo unas semanas la año: bien cuando la familia llegaba de vacaciones a Vilna, o cuando el venía a Alemania. El recuerdo que tengo de él, es el de una persona buena, agradable, siempre rodeado de papeles y cerca de su máquina de escribir. Nunca tuvimos conversaciones serias.

No es difícil suponer que su padre tuvo una gran influencia sobre usted. Al igual que él, usted eligió el camino de la diplomacia.

La elección de mi primera profesión se la debo más bien a mi abuelo. Yo quería como él, ser periodista y terminé la facultad de periodismo en Vilna. La influencia de mi padre sin duda fue también importante. Además, siempre me gustaron los idiomas y el crecer en el extranjero ayudó. Al tiempo que estudiaba periodismo, terminé en Vilna el Instituto de Relaciones Internacionales. Como periodista apenas trabajé. Pronto entré en el Ministerio de Exteriores de Lituania, donde entonces había falta de especialistas. Trabajé cerca de 10 años como diplomático en Bruselas y en Vilna.

Es sabido que fue usted un diplomático de éxito. De ello dan fe la Orden francesa de la Legión de Honor y la lituana por los “meritos ante la Patria”. ¿Qué le hizo abandonar el Ministerio de Exteriores?

La diplomacia me empezó a parecer una esfera demasiada estrecha, donde siempre se valora la estabilidad y rigen normas preestablecidas, el reglamento. Mientras que la vida alrededor ─ trabajaba ya en Vilna, en el Ministerio de Exteriores ─ era cambiante, inestable. Quería implicarme en el desarrollo de los acontecimientos. Me interesé por la política en mis años de escuela, cuando comenzó la perestroika. Además no me gustaba la orientación obtusa, pronorteamericana de la diplomacia lituana. En la política interna me impresionó bastante el voto de incapacitación del presidente Paksas. En general la lucha por la justicia social empezó a convertirse en el punto de referencia más importante en mi vida: Y a pesar de que era ya el jefe del departamento para Europa Occidental en el Ministerio de Exteriores, en el 2001 abandoné la carrera diplomática.

¿Ingresó usted en las filas del Partido Socialdemócrata?

Sí. Seguí el ejemplo de mi padre. Además pensaba que el Partido Socialdemócrata, debía ser el partido de la justicia social. Comencé a trabajar activamente en el partido. Pero todo resultó más complicado. Vi de cerca las luchas entre bastidores, la fuerte influencia del mundo de los negocios. Comencé a desilusionarme. Pero me eligieron dirigente de la sección del partido en Vilna. Intenté llevar una línea independiente, basándome en los postulados programáticos del partido. Exigí la introducción de una escala fiscal progresiva, de mayor presión fiscal para las rentas más altas. Me negué a entrar en coalición en la capital con los liberales. Surgió un conflicto con la dirección, que exigía que nos coaligáramos con el exalcalde, de dudosa reputación y fuertes lazos con el gran capital. Nos negamos. Entonces la dirección del partido me prohibió que me relacionase con la prensa, una petición extraña que no encajaba en los estatutos.

Y al cabo de unos meses, el nuevo presidente del partido, que sustituía a Brazauskas, proyectó la privatización de la central nuclear más importante del país. Yo, junto con mis partidarios, me posicioné en contra y me excluyeron del partido. En ese sentido, no me afectó: Ya había entendido que íbamos por caminos distintos.

¿Cuáles eran sus relaciones con su padre, figura destacada del partido y europarlamentario?

El nunca tuvo relación con el mundo de los negocios. Al principio mi padre veía con buenos ojos, el que yo introdujese aires nuevos en el partido: Pero cuando el conflicto se agudizó, trató de convencerme de que para conseguir que mi postura prevaleciera en el seno del partido, debía someterme a la disciplina interna. Yo seguía en mis trece, insistiendo en que el Partido Socialdemócrata se había convertido en un partido liberal de derechas. Se enfadó mucho.
Es comprensible. Había estado muchos años trabajando estrechamente junto a Brazauskas.

Hoy hay temas en los que coincidimos, como por ejemplo la aspiración a lograr justicia social. Pero las vías para lograrla son diferentes. Tampoco coinciden nuestras valoraciones de los sucesos del año 40. Por una parte reconoce como inevitable nuestra entrada en la URSS, pero tiene muchas quejas en lo relacionado con la represión. Yo le recuerdo, que entonces en Lituania funcionaba la “quinta columna” del fascismo, y me remito a la postura del abuelo.

Dígame, el apellido Paleckis, el ser nieto de un abuelo tan importante, ¿es más una ayuda o un estorbo en la política?

No creo que eso ahora influya demasiado. Al principio puede ser que me ayudase, aunque también hubo momentos en que fue un obstáculo. La vida es dialéctica. Ahora prácticamente no influye en modo alguno.

Me gustaría que compartiese con nosotros sus planes para reforzar el partido. El proceso judicial, le resta fuerzas y no ayuda en esa tarea.

Sabe, después del inicio de este proceso nos han empezado a respetar por decir la verdad y no retractarnos de nuestra postura. Unos nos han empezado a respetar más, otros todavía nos odian con más ganas. El interés de la sociedad hacia nosotros está creciendo más, porque estamos exigiendo del gobierno que de respuestas a las preguntas que se desprenden de los testimonios de los testigos. La respuesta a esas preguntas interesan a muchos, mientras que el gobierno ha prohibido formularlas y la violación de ese tabú la ha convertido en delito penal.
Para el partido creo que esta persecución política es más beneficiosa que perjudicial. Ha crecido nuestro nivel de conocimiento en Occidente, en los países de la CEI, en todo el mundo.

¿Cómo planea utilizar ese error de cálculo que ha cometido el adversario?

En primer lugar, en el juicio hay que demostrar de la manera más convincente posible nuestra posición, presentar el mayor número de hechos que lo confirman. En segundo lugar, debemos demostrar el perjuicio que causa el nacionalismo. En tercer lugar, mostrar el verdadero rostro de los políticos que aspiran a hacerse con el poder a cualquier precio, incluso a costa de la sangre de sus compatriotas. Algunos de esos políticos todavía hoy aspiran a tener algún papel en la sociedad. Al desenmascarar a los falsificadores de la historia, estamos abriendo úlceras en la sociedad lituana actual, ya que se mantiene el peligro del nacionalismo, y del nacionalismo al nazismo, solo hay un paso. En Lituania los cabezas rapadas hacen sus marchas impunemente y se permite el uso de la esvástica, mientras que la utilización de los símbolos soviéticos está perseguida por ley.
Nos han metido en la OTAN, sin ningún referéndum. Nos engatusaron con la entrada en la UE. Durante la votación a los votantes que llegaban les daban talones que podían canjear por cerveza y a las mujeres talones canjeables por detergente. Nos sedujeron con la libre circulación de capitales, de personas de mercancías y servicios. Como resultado en el país predominan los bancos escandinavos. En Lituania, se puede ya hablar de “evacuación” más que de emigración: según el censo de 1989, teníamos 3 millones 690 mil habitantes. Ahora no somos más de 2,5 millones. Nuestro partido llama a reforzar las relaciones con Rusia. No solo nos unen siglos de historia, también intereses económicos.

¿Cómo ve su familia la lucha política en la que está inmerso?

Me casé cuando era diplomático. Mi mujer conocía por supuesto de mi interés por la política. Pero cuando la política se convirtió en mi ocupación principal, fue para ella algo inesperado. A veces es más difícil para ella que para mí. Tenemos dos hijos, adolescentes ya.

¿Cuál es la base social de su partido?

En Lituania la clase de los grandes capitalistas está consolidada y conoce bien sus intereses de clase. Los funcionarios, la burocracia, aparece estrechamente ligada con ellos. Nuestra tarea ahora es ayudar a la consolidación de la clase obrera y de todos los trabajadores por cuenta ajena. Nos respaldan pequeños y medianos empresarios, que sienten también el látigo de gran capital. No están contentos con la prepotencia de oligarcas propios y foráneos.

¿Cuáles son las relaciones con los sindicatos?

Para que la clase obrera se consolide, la cooperación con los sindicatos es tarea primordial. Pero por ahora los sindicatos que tenemos son débiles. Uno de nuestros lemas será: ¡Todos a los sindicatos! Tenemos la intención de coordinar los actos de protesta de los trabajadores de Lituania con las organizaciones obreras europeas, donde se observa un ascenso del movimiento obrero. Para nosotros es muy importante, tener contacto permanente con los partidos obreros del extranjero. Dedicamos especial atención a los actos conjuntos de la juventud lituana y extranjera. En nuestro partido hay muchos parados. En el país hay 300 mil desempleados, es decir un 20% de la población económicamente activa. Los nuevos afiliados, son trabajadores de bajos ingresos y gente joven, estudiantes, obreros, parados.

Las perspectivas del Frente Popular Socialista no son malas si trabajamos activamente, defendiendo los intereses de los trabajadores, hablando en su idioma.

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