14 de noviembre de 2010

Maiakovski, el pasaporte soviético, el de la hoz y el martillo.

Escrito por Oleg K. Versos extraídos de Kinokulak.

En estos años, en que la vida a los trabajadores se nos hace difícil conjugarla con la capacidad de crear y defender nuestras ideas, surge a mis entrañas la mordaz y sincera, cálida y comprometida palabra de Maiakovski. Pasarán muchos años, y como a Brecht, son mis pasajeros más cercanos, nuestros compañeros-maestros que nos iluminan con su declamación; en sus nítidas y comprensibles estrofas nos muestran un mundo soviético real. Porque ahora la realidad es aparente. La libertad está encadenada. La comunicación es deudora de ganancias. La sociedad imperialista está moribunda.
Vladimir Ilich Lenin, hablando sobre Maiakovski, le apoya cuando el escritor critica a los comunistas que sólo saben ir de reunión en reunión. Para Lenin, es esencial que Maiakovski sea un impulsor del entusiasmo desbordante de la juventud, presto a luchar con uñas y dientes por el poder soviético, según refiere Nadezhda Krupskaïa, en su artículo "Recuerdos sobre Lenin".
En 1924 Maiakovski escribió su poema "Vladimir Ilich Lenin", siendo leído públicamente en la Sala Roja del Comité de Moscú del Partido el 21 de Octubre. Por lo extenso recomendamos su lectura, por su profundidad contra las normas y posturas tradicionales conservadoras.
Al contrario el siguiente poema, corto y excelente de contenido, refleja un hecho que hoy nos ocurre a cada compañero o camarada que defiende la riqueza del socialismo, la pujante idea de concebir una nueva sociedad más humana y justa, como cuando a occidente iba Maiakovski.


VERSOS SOBRE
EL PASAPORTE SOVIÉTICO

Vladimir Maiakovski
Como un lobo,
devoraría al burocratismo.
A las credenciales,
no les tengo respeto.
Pueden irse,
a todos los diablos...
cualquier papel,
pero éste...
Por el largo frente,
de cupés y camarotes,
un funcionario,
se mueve saludando.
Todos entregan los pasaportes,
y yo entrego
mi librito escarlata.
Ante algunos pasaportes,
una sonrisita en los labios.
Ante otros,
un desprecio único.
Con respeto,
por ejemplo toman,
al pasaporte inglés,
con un león grande de cama de dos plazas.
Sacando los ojos fuera de las órbitas,
sin dejar de inclinarse,
toman,
como si tomaran una propina
al pasaporte norteamericano.
Al polaco,
lo miran,
como un chivo mira un cartel.
Al polaco,
lo miran con ojos asombrados,
ceñidos en su chaqueta policial,
como quien dice:
-¿De dónde,
y qué es,
esa novedad geográfica?
Y sin dar vuelta la cabeza,
sin manifestar asombro alguno,
toman sin pestañear,
el pasaporte dinamarqués,
y de otros tantos suecos...
Y de pronto,
como si se hubiese quemado,
torció la boca el señor.
Es que...
el señor funcionario toma,
mi pasaporte de color escarlata.
Lo toma,
como una bomba,
lo toma,
como a un erizo,
como si tomara una navaja afilada,
lo toma,
como una víbora de cascabel de veinte
aguijones.
Le hizo un gesto significativo al changador,
para que llevara gratis las cosas.
El gendarme,
mira interrogante al pesquisa,
el pesquisa,
mira interrogante al gendarme.
Con qué placer,
de casta de gendarmes,
me azotarían,
o me harían crucificar,
por tener en las manos,
el pasaporte soviético,
el de la hoz y el martillo.
Yo,
como un lobo,
mordería al burocratismo,
a las credenciales,
no les tengo respeto.
¡Que se vayan,
todos al diablo,
cualquier papel,
pero éste!...
Yo saco,
del bolsillo,
de mis enormes pantalones,
un duplicado del pasaporte-,
carga de poco peso.
¡Leed,
envidiadme!
Yo soy
ciudadano,
de la Unión Soviética.
Escrito en el año 1929.

1 comentario:

Anónimo dijo...

nada cuesta escribir: "tomado del blog kinokulak".

y gracias por reproducir nuestros aportes